La Habana, En Cuba, paraíso de las Antillas, la fauna es variada y noble, pues no la habitan animales peligrosos, venenosos ni de gran tamaño, si bien existen especies tan interesantes como los peces ciegos de las cavernas.
Constituida por un archipiélago de terrenos cársicos en el 70 por ciento, en él abundan los conocidos guajacones -del género gambusia-, y el antiquísimo manjuarí, habitante de la Ciénaga de Zapata y de buena parte de la llanura sur del occidente cubano.
Entre las aves se encuentran el tocororo, la cartacuba y el zunzún, tres joyas de la avifauna cubana; y entre los mamíferos, el almiquí, los murciélagos, el manatíâ�� y muchos más, en ambos casos.
Por sus singularidades, resultan significativos los peces ciegos, que habitan las espeluncas y ríos subterráneos o lagos permanentes, acompañados, a veces, por camarones también ciegos, y despigmentados. En otros países del continente americano también habitan, como en México, por ejemplo, resguardados en sus profundos cenotes, aunque se trata de especies diferentes a las cubanas. Se les encuentra asimismo en África y en Australia.
Los de Cuba pertenecen al género Lucífuga, cuyos representantes se encuentran en las Bahamas y las Galápagos. Por cierto, el nombre Lucífuga les fue dado por Felipe Poey en 1858, para significar que huyen de la luz.
El primer naturalista en interesarse por ellos en Cuba fue Tranquilino Sandalio de Noda, quien los descubrió en 1831 en la cueva de Cajío, en Güira de Melena. No obstante la importancia de su hallazgo, Noda lo silenció durante 27 años y solo en 1858 se lo comunicó a Poey en una extensa carta descriptiva.
Aquel mismo año Poey publicaría los resultados obtenidos por él y creó el nuevo Género Lucífuga, que abarcaría dos especies conocidas: Lucífuga subterraneus y Lucifuga dentatus.
El Lucífuga proviene de otro pez que antaño tenía vista, pero se le atrofió, al no utilizarla por la oscuridad del medio en que habitaba.
De origen marino, estos peces invadieron las cuevas en un momento en que estuvieron en comunicación directa con el mar y, al emerger, quedaron atrapados en ellas, separándose de su medio original.
Sin embargo, sobrevivieron en las aguas de las cuevas, donde se adaptaron a su nueva vida, gracias al alto contenido de calcio en estas aguas dulces.
Por esto su distribución geográfica está relacionada con cuevas cuyas entradas se encuentran a poca altura sobre el nivel del mar. Habitan entre Pinar del Río y Matanzas y solo están representados por cuatro especies que ocupan poco más de una treintena de cavidades.
El Grupo Espeleológico de la Filial Universitaria de Jagüey Grande descubrió la presencia de la especie Stygicola dentatus en cuevas de Varadero y Jagüey Grande. Estaban reportadas especies en las de Santa Catalina, Pluma, Grieta de punta de Guana, cueva M y otras.
Son de color blanco violáceo, están cubiertos de una capa gelatinosa, en la que las escamas son casi imperceptibles; no poseen ojos y tienen una aleta dorsal que se extiende hasta la cola.
A los peces ciegos se les considera integrantes de un grupo que ha sufrido convergencia de caracteres durante su adaptación al
medio cavernícola, una metamorfosis que implica la atrofia de los ojos, hasta la total degeneración, aunque ocurre un marcado desarrollo paralelo en órganos táctiles y olfato-sensoriales.
En ellos se pone de manifiesto la ley natural de que órgano que no se ejercita se atrofia o llega a desaparecer, así como que la función crea al órgano, pues tienen muy desarrollado su sentido del tacto.
Son animales vivíparos, ya que paren vivos; y algunos presentan modificaciones y forman una especie de placenta que no guarda relación alguna con los mamíferos.
La hembra incuba varios embriones, pero solo permite que se desarrolle uno, mediante lo cual limita el crecimiento de la familia, algo importante en un ecosistema donde el alimento es escaso. Ello los torna vulnerables, y algunos se encuentran señalados en el Libro Rojo de ciertos países.
Su pequeño cuerpo es prolongado, comprimido en su parte posterior y está cubierto de escamas blandas, pequeñas, circulares, estriadas e inermes. Presenta la abertura branquial hendida aproximadamente hasta la sínfisis de la mandíbula inferior y tiene siete radios branquióstegos.
Poey encontró en el estómago de un ejemplar la pata de un crustáceo y más adelante señaló que viven de la rapiña; y Nalbant, otro importante conocedor en la materia, encontró restos de camarones en el estómago de otra especie.
Estudios recientes demuestran que la Lucífuga puede ser clasificada como carnívora, pues se alimenta fundamentalmente de pequeños organismos, aunque no desaprovecha la oportunidad de capturar cuerpos mayores.
Todo ambiente subterráneo es muy sensible, más aun tratándose del manto acuífero, y los cambios de pH alteran la disolución de las rocas cársicas, aumentan las concentraciones de CO2 atmosférico sobre la superficie de los lagos subterráneos y, en consecuencia, provocan una disminución del oxígeno disuelto.
También las actividades turísticas en cavidades, incluyendo el espelobuceo, perturban el tranquilo ambiente donde habitan estos peces.
Asimismo la explotación del manto freático y su uso para riegos agrícolas y el consumo alteran los niveles del agua bajo tierra y disminuyen las poblaciones de estas especies.
Los peces del género Lucífuga constituyen una joya del ecosistema cavernícola y merecen toda la atención posible para su preservación. Los usos con diferentes fines de las áreas donde habitan los puede poner en peligro e, incluso, contribuir a su declive o desaparición.
Una fría mañana de febrero de 1978 un estudiante de biologia colectó uno en lo que fue el antiguo ingenio La Morenita en Güira de Melana, exactamente en una cueva descrita anteriormente por Poey y bautizada por el estudioso como cueva de Noda.
Cien años atrás, Noda habia encontrado y descrito varios ejemplares en la mencionada gruta, lo que significa que esta guarda un ambiente favorable para la vida y la reproducción de estos enigmáticos peces.
La exploración y estudio del entorno no deja de sorprender en Cuba a investigadores y especialistas de diferentes materias, pues su favorable medio ambiente atesora sorpresas nobles e interesantes.