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viernes, 15 de noviembre de 2013

Luz para los grabados de la cueva de Coímbre



Tienen unos 15.000 años de antigüedad y fueron descubiertos hace ya cuatro décadas pero es ahora cuando los grabados de la cueva de Coímbre (Peñamellera Alta) ven la luz. El equipo de investigadores que dirige desde 2008 las sucesivas campañas arqueológicas de este yacimiento, emplazado a apenas un kilómetro de la localidad de Alles, ha llevado a cabo durante estos años un riguroso trabajo de documentación y estudio sobre este conjunto de manifestaciones artísticas de la cultura magdaleniense, que ahora se presenta como «uno de los más interesantes de Asturias» del Paleolítico Superior. Los grabados están distribuidos principalmente en tres zonas de la cueva, aunque la mayor parte de las representaciones se concentran en una misma sala. Se recrean en sus paredes desde signos característicos de la cultura magdaleniense hasta animales, tales como cabras, ciervos y caballos, aunque destaca entre todos la imagen de un gran bisonte que, sin lugar a dudas, podría convertirse en icono de la cueva.
Los investigadores David Álvarez Alonso, profesor-tutor de la UNED, y José Yravedra, profesor de Prehistoria de la Universidad Complutense de Madrid, ofrecerán hoy a las 19 horas una conferencia en el salón de actos del Museo Arqueológico de Asturias. En ella darán a conocer los resultados del estudio llevado a cabo sobre los grabados de la caverna, pero también las conclusiones a las que se llegó tras el análisis de la ingente cantidad de piezas extraídas de las entrañas de esta gruta durante las diferentes campañas de excavación, desarrolladas entre 2008 y 2012. «Durante todos estos años se han localizado cientos de piezas. Restos de industria ósea como azagayas, arpones, varillas, punzones, objetos de adorno-colgante y una colección de industria lítica rica y variada, que puede ayudar a entender las actividades que se realizaban en la cueva», destaca David Álvarez Alonso.
Se sabe en base al estudio de esta importante colección de piezas que Coímbre no era una cueva más, sino que tuvo una «importante densidad de ocupación humana» ya que, al contrario que otras de la zona, «fue habitada en diferentes ocasiones y en varias épocas del año». Los restos allí localizados ayudan a saber cómo vivían sus ocupantes. «Cazaban y pescaban en su entorno y llevaban los animales hasta allí para despiezarlos y consumirlos. Hay herramientas de todos esos procesos», comenta Álvarez a modo de ejemplo.
De cara al próximo año se prevé que se lleve a cabo la publicación de los resultados obtenidos hasta la fecha, así como la continuación de los trabajos arqueológicos, que han sido paralizados durante este 2013, para lo que se espera seguir contando con la financiación del Gobierno del Principado y el mecenazgo de la Fundación Cristina Masaveu.

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