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lunes, 12 de diciembre de 2011

Cueva de la Manos

Escondido en el árido oeste santacruceño se encuentra uno de los más atractivos y enigmáticos hitos de la Patagonia: la Cueva de la Manos, una de las manifestaciones de arte rupestre más importantes del mundo, que incluye cientos de expresiones artísticas con más de 9.000 años de antigüedad, realizadas por las primeras culturas patagónicas.
La cueva se encuentra en el cañón del valle del río Pinturas, de 170 metros de profundidad, en una zona en la que reina el color rojizo de la estepa sureña, y fue descubierta por Francisco Moreno, el Perito, en 1876. El sitio es parte del circuito turístico de la mítica Ruta 40 (en este caso en el cruce con la Ruta Provincial 43), la senda que recorre el país de norte a sur siguiendo de cerca a la majestuosa Cordillera de los Andes. La localidad más cercana a la cueva es Perito Moreno, a 160 km, y el aeropuerto más próximo está en Comodoro Rivadavia (a 400 km), sobre el océano Atlántico.

La Cueva de las Manos del Alto Río Pinturas, tal es su nombre completo, no es un hallazgo arqueológico más y es por eso que fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco en 1999. Estas inscripciones de manos, animales y figuras geométricas hechas sobre la piedra son consideradas la expresión más antigua de los pueblos sudamericanos. En rigor, toda la zona, incluido el Parque Nacional Perito Moreno, es un rico sitio arqueológico y paleontológico. El corredor integra además a Piedra Pintada, Charcamata, la cueva Grande y el arroyo Page. Por este motivo la localidad de Perito Moreno es llamada la capital arqueológica de Santa Cruz.
De hecho, hay vestigios de que la región fue habitada 14.000 años antes de Cristo. Allí fueron hallados fósiles que serían el testimonio de la existencia de un mar prehistórico, muy anterior a la aparición del hombre.
Lo que se encuentra en las paredes de la cueva del río Pinturas son obras de las culturas tehuelches y de sus antecesores. La antigüedad de las pinturas llega a ser de 9.300 años. Se pueden observar manos pintadas en negativo (apoyadas sobre la pared y luego pintado su contorno) y positivo (las manos empapadas en pintura eran apoyadas sobre la piedra). Se han contabilizado 829 de estas imágenes, que han hecho célebre a la Cueva de las Manos. También se imprimieron imágenes de guanacos, dibujos geométricos, agrupamientos de líneas, puntos y la figura solar. Están incluidas escenas de caza, serpientes, motivos relacionados con la fertilidad, pisadas de ñandúes, choiques, pumas, danzas rituales y juegos de figura y sombra.
Las escenas de la caza colectiva están presentes, así como figuras humanas en general representadas por formas lineales. Formas geométricas, entre las que sobresalen los espirales, darían cuenta de las deidades de ese entonces. El color de las marcas de las manos negativas dependía de la obtención de la materia prima cercana a cada yacimiento. En general se trata de hematita para el color rojo, caliza para el blanco, manganeso o carbón vegetal para el negro y limonita u ocre amarillo para el amarillo. También usaban como componentes de la pintura frutos, plantas, rocas molidas y sangre de animales. El modo en que se realizaron estas pinturas, que en muchos casos se superponen, incluye métodos similares a lo que hoy llamamos aerografía, ya que el material de color llegaba a la pared como una suerte de aerosol tras ser soplado a través de huecos de pequeños huesos de animales.
La mayor cantidad de motivos se encuentra en la cueva propiamente dicha, la llamada Cueva de las Manos, que posee 24 metros de profundi- dad y entre 10 y 15 metros de ancho.
La Cueva de las Manos se inscribe en una serie de sitios arqueológicos americanos entre los que se pueden citar Monte Verde, en Chile; Pedra Furada, en Brasil; y Piedra Museo, en la Argentina. Todos estos hallazgos son válidos para cuestionar la tradicional teoría del poblamiento tardío de América, y sirven en cambio de soporte para una teoría de poblamiento temprano

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