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martes, 23 de agosto de 2011

El 'GPS' interno de los murciélagos


Un experimento muestra que estos mamíferos nocturnos cuentan con una especie de radar interno que les permite orientarse con facilidad.
Decir que los murciélagos tienen buena orientación es quedarse corto. La naturaleza ha dotado a estos mamíferos nocturnos de un excelente sistema de navegación que no tiene nada que envidiar a los dispositivos GPS de los que muchos ciudadanos ya no pueden prescindir.
Así se explica que, por ejemplo, los murciélagos sean capaces de volar a gran velocidad en la oscuridad sin chocarse con ningún obstáculo. Algunas especies, como el murciélago egipcio de la fruta ('Rousettus aegyptiacus'), protagonista de un nuevo estudio publicado esta semana en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), recorren cada noche decenas de kilómetros desde la cueva en la que descansan durante el día para llegar a sus árboles frutales favoritos.
Noche tras noche, son capaces de ir hasta el mismo lugar para buscar comida (como su nombre indica, esta especie se alimenta de fruta). Aunque durante el camino atraviesan zonas donde hay árboles frutales similares, siempre van a su zona preferida ¿Cómo lo consiguen?
Los científicos israelíes que han llevado a cabo este estudio han descubierto que estos animales tienen una especie de mapa cognitivo interno que elaboran a partir de lugares que han visitado previamente y que localizan gracias a las características geográficas o a la iluminación artificial. Además, el estudio revela que cuentan con mecanismos de navegación a gran escala y que, incluso si son trasladados a zonas lejanas en las que no habían estado, terminan por encontrar su cueva.

Diminutos dispositivos de 10 gramos

La capacidad de orientación de aves, peces, insectos o tortugas ya había despertado el interés de numerosos científicos, que en los últimos años han llevado a cabo experimentos en el medio natural para intentar comprender cómo se orientan. Sin embargo, los estudios realizados con mamíferos hasta ahora sólo se habían llevado a cabo en laboratorio, donde no se pueden recrear los factores que se dan en su hábitat natural.
El estudio, llevado a cabo por científicos de varias instituciones israelíes, consistió en colocar a estos pequeños murciélagos diminutos dispositivos GPS durante varias noches para controlar sus rutas. Cada aparato pesaba sólo 10 gramos y contenía minúsculos receptores GPS, una batería y una memoria para guardar los datos recopilados.
Durante la primera parte del estudio, los científicos eligieron una cueva situada en la ciudad de Beit Shemesh, hogar de una colonia de 'Rousettus aegyptiacus'. Desde allí hicieron un seguimiento de sus movimientos, pues cada noche, salen para buscar comida. Durante el trayecto hacia su 'restaurante' favorito, alcanzan velocidades de más de 40 kilómetros por hora a una altura de cientos de metros. Sus árboles frutales favoritos estaban situados a una distancia de entre 12 y 25 kilómetros de su cueva.

En busca de sus árboles favoritos

Los investigadores comprobaron que son animales de costumbres, pues noche tras noche volaban hasta los mismos árboles, por lejos que estuvieran, a pesar de que sobrevolaban otros ejemplares aparentemente parecidos y más cercanos a su casa.
Posteriormente, trasladaron a algunos de los murciélagos a una cueva situada en una zona desértica, situada a 44 kilómetros de su hogar. Algunos de los animales fueron liberados al anochecer para que fueran en busca de comida mientras que otros fueron alimentados en una zona nueva y liberados poco antes de que se hiciera de noche. Pues bien, aquellos que no habían comido no tuvieron problema en encontrar su zona de abastecimiento favorita y regresar después a su cueva habitual. Los que habían comido antes, sin embargo, se fueron directamente a su casa, sin hacer una visita a los árboles frutales.

Pistas del entorno

Vistos los resultados, los científicos creyeron que estas criaturas pudieron haberse guiados por señales visuales del entorno (luces de asentamientos humanos o colinas en esa zona de Beersheba, al sureste de Israel).
Para evitar que pudieran servirse de este tipo de pistas, optaron por llevarles aún más lejos, a un cráter situado a 84 kilómetros al sur de su cueva. Algunos fueron liberados desde la cima del cráter y otros desde la zona más profunda. De nuevo, la mayor parte de los murciélagos fueron capaces de volver a su cueva. Eso sí, les resultó más sencillo a aquellos que estaban en la zona elevada. Los que se encontraban al fondo del cráter parecían desorientados y tardaron más tiempo en encontrar la ruta hacia el norte.
Los científicos creen que estas criaturas cuentan con un mecanismo de navegación que les ayuda a calcular su posición cuando no tienen a la vista ningún lugar fiable. Este mecanismo, señalan, podría ser capaz de detectar los campos magnéticos o incluso el olor de la brisa que llega desde el Mar Mediterráneo al Desierto de Negev. Un magnífico sistema de navegación clave para su supervivencia


El murciélago vampiro común (Desmodus rotundus)

Los expertos ya sabían que el murciélago localiza a su presa dormida guiándose por el ruido de su respiración y sus recuerdos. Sin embargo, desconocían hasta ahora qué mecanismos había desarrollado el vampiro común para encontrar con tanta precisión el lugar donde morder a su presa para alimentarse, extrayéndole hasta dos cucharadas de sangre.
Los mamíferos tienen muchos receptores que reaccionan a varios estímulos exteriores mecánicos, térmicos o químicos. Uno de estos receptores, una proteína llamada TRPV1, se activa cuando la temperatura supera los 43ºC, lo que permite avisar al sistema nervioso central de calor excesivo, lo que podría conllevar una quemadura.
El investigador y su equipo han descubierto que el Desmodus rotundus ha desarrollado, durante la evolución de su especie, una utilización única y desconocida hasta ahora de esta proteína a partir de tres cavidades situadas en el hocico del vampiro.
Además de la TRPV1, el murciélago también produce una gran cantidad de una alteración de esta proteína, la TRPV1-S, que se activa a una temperatura mucho más baja, cercana a los 30ºC. Esta característica no es compartida por una prima hermana del vampiro, la Carollia brevicauda, que se alimenta de frutas y no necesita desarrollar un sentido térmico.
Según la investigación, entre un 35% y un 46% de la proteína TRPV1 producida por el murciélago es una alteración por el auge de la sensibilidad térmica, frente a menos de un 6% en la Carollia brevicauda.
Esta variante no se encuentra prácticamente en otras especies de murciélagos, que comen frutos, néctar o insectos, dice Julius. El estudio también confirma unos análisis moleculares recientes que demostraban que el murciélago es genéticamente más cercano a los perros, las vacas y a los topos que a los humanos o los roedores, contrariamente a lo que se había creído durante mucho tiempo debido a la clasificación de especies creada a partir de criterios puramente anatómicos.
Los perros, vacas, cerdos y topos, que pertenecen al grupo de los Laurasiatheria, así como los caballos y los delfines, tienen un potencial genético para producir una alteración de la TRPV1.
Los conejos, ratas, monos y humanos, pertenecientes al grupo de los Euarchontoglires, son incapaces de desarrollar este mecanismo.
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