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martes, 7 de enero de 2020

Cómo reducir nuestro impacto en la naturaleza


Los productos reciclados contaminan en su producción la mitad que cuando se fabrican con plásticos nuevos (1,7 kg de CO2 por cada kilogramo de plástico reciclado frente a los 3,5 kg de uno nuevo). Sin embargo, es conveniente comprar aquellos artículos reciclados cuya materia prima y producción sea lo más cercana posible a nuestra residencia, para evitar la contaminación que genera su transporte desde países lejanos.
En el año 2050 habrá más plástico en el mar que peces 

Los amantes de la naturaleza, como ciudadanos y consumidores podemos resignarnos a la pasividad o intentar reducir nuestro impacto en la naturaleza. Esbozamos algunas pinceladas de realidad, sin tremendismos y varias medidas para luchar contra este grave problema.

Cada segundo se vierten 200 kilogramos de plástico en el mar en todo el mundo, afectando gravemente no sólo a los animales que viven allí, sino a los miles de millones personas que incluyen pescado en su alimentación (la ingesta media supera los 20 kilogramos/persona por año).

¿Y en España? Nuestro país tiene el dudoso honor de ser la segunda nación que más plástico vierte en el Mediterráneo (la primera es Turquía), a su vez uno de los mares más contaminados del mundo. La situación en 2019 resulta tan alarmante que es como si se vertiera un camión lleno de plásticos al agua cada 2 minutos y junto a Barcelona un tercio de lo que se recoge en las redes ¡es plástico en vez de peces! Incluso un recientísimo estudio (octubre de 2019) una veintena de artistas y científicos que viven en las Islas Baleares confirma que tienen hasta 20 tipos diferentes de microplásticos en la sangre… Hace dos años Greenpeace y El País alertaron en nuestro país que el hidrofugado de nuestras chaquetas impermeables de montaña y las fibras de los forros polares aportaban una cantidad importante de microplásticos al medio natural. Básicamente el lavado a máquina desprende todo tipo de partículas y microfibras, algunas especialmente nocivas. Traspasan con gran facilidad los filtros de las depuradoras y acaban en ríos y mares. Sin embargo el impacto de estas noticias en nuestro colectivo ha sido mínimo, prácticamente a un nivel tan insignificante como en gran parte de los fabricantes o en nuestra administración.

¿QUÉ PODEMOS HACER?

Desde los años 90, los establecimientos de material de montaña basan una parte muy importante de sus ventas en el textil. No podemos olvidar que la industria textil produce el 20 por ciento de las aguas residuales del planeta y que el 60% de nuestra ropa diaria y deportiva está hecha de poliéster. Estos últimos años el fenómeno del bajo coste ha hecho que compremos mayor cantidad de prendas de escasa duración, lo que evidentemente es insostenible ambiental y socialmente (la mayoría de los trabajadores confeccionan las prendas en condiciones laborales muy precarias). No nos preocupa que un producto dure sólo 2 ó 3 años porque rápidamente lo sustituiremos por uno más bonito o ligero, ni que se fabrique en China, a 14.000 kilómetros de España, en vez de en una empresa cercana… Entre las medidas fáciles de asumir están:

Acércate al establecimiento con tu mochila, para evitar que te den (o cobren) el producto con bolsas de plástico. Si trasladas esta medida a tu vida diaria, le ahorrarás cientos e incluso miles de bolsas de plástico al planeta durante tu vida.

Reduce el consumo de productos baratos y sustitúyelos por productos de calidad (más rentables a largo plazo), que por su superior duración reducirán nuestra huella ecológica en el planeta.

Utiliza algodón orgánico para actividades cortas y en condiciones benignas: sudaderas, camisetas, calcetines, pantalones vaqueros de escalada (muy cómodos para caminar o ciudad). Las sintéticas resérvalas para objetivos ambiciosos, muy técnicos o con posible mal tiempo.

A menudo forros polares y chaquetas impermeables estarán suficientemente limpios si realizas un lavado parcial de puños y cuello, a mano y con una esponja. Reducirás las microfibras que se vierten por el desagüe.

Atención a los productos con retardante de llama. Suelen incluir boro y sus efectos sobre la piel y el agua están subestimados por casi todos los consumidores.

La mayoría de los productos hiperligeros duran entre la mitad y la quinta parte que los robustos tradicionales. Un buen ejemplo son las mochilas de tejidos finos (en torno a los 200 deniers), a las que suelen sobrarles acolchados excesivos y detalles superfluos; existen alternativas minimalistas más robustas (con poliamida de 500 deniers tipo Cordura), de similar peso y que te durarán hasta 10 años en vez de los paupérrimos 2-3 años de los modelos de aspecto más deportivo.

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