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lunes, 13 de abril de 2015

Entre el vertigo y la crisis



La Federación nacional desaparecerá por las deudas la próxima semana






Hágase la luz. No la generada por las llamas de acetileno que producen el carburo y el agua al mezclarse en los carbureros, llamas que silbaban en las salas subterráneas emitiendo el único ruido en este reino de silencio. Ahora la tecnología led proporciona lámparas más potentes, limpias y con una autonomía de 72 horas, muy superior a las 8 horas de los viejos candiles. Mucho han cambiado en los últimos años los materiales usados en espeleología, las lámparas, cuerdas, cascos y tejidos, contribuyendo a la agilidad y la seguridad de las expediciones de exploración o las puramente deportivas, pero aún quedan muchos misterios por descubrir en las profundidades del mundo.
Y el asombro no cesa: las estalactitas, columnas, coladas, lagos y ríos dejan en pañales a cualquier decorado de interiores, formando escenarios vivos, cambiantes, con un ciclo delicado y lentísimo, a veces habitado por extrañas criaturas. Por eso, un espeleólogo no triunfa solo por moverse con autoridad en el laberinto de galerías y salir al valle por una surgencia, sino por dejar la cavidad como la encontró.
La tragedia ocurrida en el Atlas marroquíque costó la vida a dos espeleólogos españoles ha puesto de actualidad una actividad de cierta relevancia en nuestro país, pero desconocida por el gran público. Y con graves problemas económicos en el ámbito de su organización nacional, como veremos. España cuenta con unos nueve mil federados(solo por detrás de Estados Unidos y Francia, las dos potencias en la materia) y con una decena de las cincuenta simas más profundas del planeta. Mortillano, en Cantabria, es nuestro sistema kárstico de mayor longitud, con más de 130 kilómetros (hasta 2009 este privilegio lo tuvo Ojo Guareña, en el subsuelo burgalés). La cavidad más grande del mundo es la Mammoth Cave System, en Estados Unidos, con 500 kilómetros en cinco alturas distintas.

«Se habla por lo malo»

Un deporte con peso, muy atractivo para los jóvenes, pero poco valorado, según el presidente de la Federación Española de Espeleología (FEE), Juan Carlos López Casas. «Si no hay un accidente, no se habla de nosotros». Y, aunque catalogado casi unánimemente como «deporte de riesgo», provoca menos víctimas que otros. «Apenas diez fallecidos en la última década en España. En 2014, por ejemplo, hubo 17 partes de accidente –ninguno fatal– y dos rescates», reconoce López Casas. Los factores de contingencia más comunes son las caídas de piedras o bloques, el agua (la crecida inesperada de un río subterráneo) o los extravíos. El espeleobuceo es la especialidad más peligrosa, la que provoca más titulares de tintes negros; también es la menos practicada.
«Debes ir asegurado, saber a lo que te expones y –muy importante– informar de tus intenciones a las autoridades locales. No es lo mismo hacer espeleología en Europa o en Estados Unidos, donde si tienes un accidente te sacan enseguida, que en países del tercer mundo». Los espeleólogos con experiencia alertan de que adentrarse en una cueva no es un juego, y que la regulación de las cavidades debería hacerse con mayor rigor, ya que hay aficionados que se adentran con una simple linterna y preparación escasa en busca de aventuras.
Cada año se organizan unas 30 expediciones en España para rastrear nuevos decorados subterráneos, y la escuela oficial imparte cursos específicos de rescate. «No tenemos competencias para este tipo de actuaciones, pero formamos a policías y guardias civiles, y puedo asegurar que el nivel de capacitación de estos profesionales es altísimo. No me cabe duda de que si les hubieran permitido llegar a tiempo al Atlas, tal vez no estaríamos lamentando alguna muerte», añade el presidente de la FEE.
Un organismo que podría desaparecer la semana próxima víctima de las deudas contraídas en los últimos años (de unos 450.000 euros). «En 2012, el Consejo Superior de Deportes (CSD) nos bloqueó las subvenciones. Decidió que no éramos un deporte de interés social», señala López Casas. «Entramos en concurso de acreedores y el próximo 15 de abril estamos citados en el juzgado junto con el CSD, que es nuestro mayor acreedor. Si no se acepta la propuesta de convenio para flexibilizar el pago, nos disolveremos. El Gobierno nos propone, como salida, que nos unamos a la Federación de Montaña (un maridaje que ya existió en los años 50 y 60), pero, en realidad, ha dicho ‘no’ a la espeleología. Lo que se consiente al fútbol, no nos lo permiten a nosotros».

Gastos sin ingresos

La construcción del Centro Especializado de Tecnificación Deportiva de Espeleología en Ramales de la Victoria, Cantabria, está en el origen de unos problemas para los que el CSD tiene su propia versión. «Si no hay ingresos no puedes meterte en gastos de ese calibre. Los gestores de la FEE han provocado la situación en que se encuentran», comenta Fernando Puig, director general del Consejo.
«Es la única de las 65 federaciones que ha entrado en concurso de acreedores, y la crisis ha golpeado a todas. El convenio propuesto es inviable, no tienen recursos para hacer frente a la deuda y el interés público nos obliga a tomar esta postura. Pero no es el CSD el que liquida a la Federación, sino en cualquier caso el juez. La espeleología en España no va a desaparecer. Cuando la justicia tome una decisión nos reuniremos con las organizaciones territoriales para buscar un consenso que beneficie a este deporte».

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