.

.

lunes, 28 de enero de 2013

Conducir con nieve o hielo


Conducir con nieve o hielo es una de las situaciones más complicadas con las que nos podemos encontrar al ponernos al volante, ya que en estas circunstancias el coche no responde de la misma manera que lo hace cuando conducimos en seco o con lluvia.


En nuestro país no es muy habitual el tener que enfrentarnos a estas condiciones climatológicas durante largas temporadas, pero no por ello debemos dejar de tener bastante claro cómo debemos actuar al volante para conducir de la forma más segura.
Aunque circulan ‘consejos’ para conducir con hielo y nieve en los que el primer punto dice: lo mejor en estos casos es quedarse en casa, lo cierto es que no tenemos que renunciar a salir con nuestro coche sólo porque haya caído una nevada. Por supuesto que debemos ser prudentes, muy prudentes, pero nunca, como en todo lo relacionado con la conducción, tenerle miedo.

Conscientes de esta situación, muchas marcas ponen a disposición de sus clientes cursos especiales en los que enseñan nociones básicas sobre cómo actuar en caso de que nos encontremos con estas condiciones tan especiales en la calzada.
 
Siempre debemos tener especial cuidado concómo nos vestimos para conducir y más si nos vamos a enfrentar a una carretera nevada. El calzado es clave ya que debemos ‘sentir’ los pedales y, por ello, no es recomendable usar botas con suelas gruesas, sino más bien llevar puestas unas deportivas y, luego, cuando lleguemos a nuestro destino ponernos un buen calzado para la nieve. La ropa también debe ser ligera, que abrigue, pero que no nos impida realizar movimientos rápidos y cómodos con el volante.
Son fundamentales en seco, más en lluvia y nuestro mayor seguro si conducimos con nieve o hielo. Ellos son los que se encargan de ‘llevar’ el coche. Si vivimos en una zona donde habitualmente hay nieve o hielo, lo ideal es montar unos neumáticos de los denominados ‘de invierno’ . Éstos se diferencian de los convencionales en su composición, dibujo y en que cuentan con unas laminillas colocadas transversalmente que dan un mayor agarre al vehículo y permiten una mejora considerable a la hora de frenar. Por supuesto, llevarlos con la presión adecuada es imprescindible en todo caso.

Si en seco hay que tener en cuenta que la distancia de seguridad con el coche que nos precede es una garantía en caso de tener que frenar bruscamente, en el caso de circular con el asfalto cubierto de nieve esta distancia tiene que hacerse mucho más grande ya que en esas condiciones las frenadas se alargan mucho más.
Procuraremos llevar siempre las luces de carretera encendidas como medida de seguridad para que los otros conductores puedan vernos con mayor antelación.
Su manejo ha de ser siempre suave y dulce, nada de volantazos bruscos que nos harían perder el control del vehículo.
Al igual que sucede con el volante, al pedal del acelerador hay que ‘acariciarlo’ (de ahí la importancia de llevar un calzado ligero) tanto en las arrancadas como a la salida de las curvas.
Este es otro componente al que hay ‘que mimar’ cuando se trata de detener el vehículo con la calzada nevada. Si nuestro coche no cuenta con ABS y tenemos que frenar lo ideal es hacerlo con pisotones ligeros y continuados para que las ruedas no lleguen a bloquearse por completo.
En caso de perder el control del coche lo primero es levantar el pie del acelerador para que las ruedas delanteras tengan más peso y consigan un mayor agarre. Si tenemos que frenar, hacerlo de forma suave y dando pequeños y ligeros pisotones al pedal ya que por mucho que pisemos este a fondo, si las ruedas no tienen agarre no conseguiremos nunca detener el coche.
Si perdemos el control hay que levantar con suavidad el pie del acelerador (si lo hacemos de golpe sólo conseguiremos agravar más el sobreviraje) e ir acelerando suavemente y girando el volante con suavidad hacia el lado donde está yendo la parte trasera del coche.
En estas condiciones hay que ‘leer’ con mucha mayor antelación la carretera y ver las circunstancias que nos rodean. Hay que mirar más lejos de lo que lo hacemos normalmente, ver las curvas con mayor antelación y realizar las maniobras precisas mucho antes. Como suele decirse, hay que llegar a la curva ‘con los deberes hechos’ . Es decir, cuando lleguemos a la curva ya hemos bajado la velocidad, frenado lo suficiente y estamos prestos con el volante y el acelerador para salir de la misma sin que nuestra trayectoria nos saque de la carretera.
En resumen, todos los movimientos que tenemos que hacer cuando la carretera tiene nieve o hielo tienen que ser consecuentes con la situación. No se puede ir a la misma velocidad que cuando la calzada está seca. No podemos ‘apurar frenadas’ , ni pisar el pedal del freno del mismo modo; nada de girar el volante bruscamente, ni acelerar a fondo en las arrancadas o al salir de una curva. Y, por supuesto, no ponerse nervioso en ningún caso. Hay que mantener la calma, la cabeza fría y llevar estos consejos en ella para hacer uso de los mismos si nos encontramos con alguna de estas situaciones.

No hay comentarios: