El Centro de Arte Rupestre, que recibió 207 visitas el primer día de apertura, ofrece seis áreas expositivas, con réplicas de las pinturas rupestres, maquetas, paneles y audiovisuales
Doscientos siete visitantes el miércoles, primer día de apertura, y mil quinientos el martes, día de la inauguración oficial. Son las primeras cifras del Centro de Arte Rupestre «Tito Bustillo», en Ribadesella. Una sede cultural que resume en cuarenta y cinco minutos la vida de los hombres prehistóricos.
El edificio. El peculiar diseño del centro no deja indiferente a nadie. Ubicado en la cantera de Corcubión, a 200 metros de la entrada al yacimiento, la fachada recrea los colores del arte rupestre. El visitante que accede al centro llega a una amplia sala en la que se encuentra la recepción, un espacio con ordenadores donde consultar información del centro y la tienda de souvenirs. A través de unas escaleras con un gran ventanal que mira al macizo de Ardines el visitante llega a la primera planta, con 1.700 metros cuadrados de espacios expositivos.
«Y al descolgarse de una sima... una joya del arte paleolítico», es el nombre del Área 1, que relata el descubrimiento de las pinturas de la cueva, el 12 de abril de 1968, mediante un documental en el que varios jóvenes del grupo de espeleología Torreblanca relatan como hallaron por casualidad las pinturas. En esta sala se encuentran las dos únicas piezas originales que muestra el centro: los cascos de dos de los descubridores.
«Un macizo que no lo es tanto» es el Área 2 y detalla la formación geológica de la cueva de Tito Bustillo y el macizo de Ardines, al que pertenece. Una maqueta audiovisual recrea la formación orográfica de la zona. Hay paneles sobre las capas geológicas de Ardines, un mapa de la cueva y un audiovisual.
«Cazadores y artistas» es el Área 3, en la que un documental ofrece la visión de científicos como Rodrigo de Balbín. Unas estructuras metálicas con forma en prisma, que albergan urnas triangulares, muestran las réplicas y miniaturas de las piezas halladas en la gruta.
«Un lienzo de más de 20.000 años» es la cuarta área, centrada en las pinturas de Tito Bustillo. El acabado del material de las paredes y la ambientación en penumbra buscar la inmersión del visitante en las sensaciones de la caverna. Un pasillo con varias urnas en forma de prisma recrea las lámparas de roca que usaban los hombres de la prehistoria para tener luz en las cuevas. Además, el visitante recibe con su entrada una especie de pegatina que al acercarse a las urnas se ilumina. Tras este pasillo llega el homenaje al panel principal de pinturas de Tito Bustillo. Una sala en forma de prisma ofrece una pantalla panorámica en la que un vídeo de seis minutos detalla el famoso conjunto pictórico.
«El arte oculto» es el Área 5 del Centro y en ella se recrean las pinturas rupestres que científicos como Rodrigo de Balbín hallaron durante sus investigaciones en lugares de difícil acceso en el interior de la caverna. La Galería de los Antropomorfos y la dificultad de llegar hasta ella quedan reflejadas en un vídeo que traslada al visitante hasta las profundidades de la cueva, en la que se hallan estas pinturas. La recreación del panel principal y el Camarín de las Vulvas también tienen su lugar en esta área, en la que se reproduce también una pared en la que se hallaron manchas rojas de pintura. Además, un vídeo muestra como debieron ser las técnicas que utilizaron los hombres prehistóricos para decorar la gruta.
«De arte paleolítico a patrimonio mundial» es el Área 6 y marca el final del viaje por la zona expositiva. Aquí se relacionan y se contextualizan, a través de unas mesas interactivas y táctiles, las muestras artísticas de Tito Bustillo con otros ejemplos existentes en Asturias y en la costa hispano-francesa. Al poner su mano sobre una pestaña de las que ofrecen estas mesas, el visitante puede conocer con detalle el contenido seleccionado. En esta área se proyectan además sobre la pared diversos símbolos históricos y contemporáneos.
La planta mirador. Tras acabar el recorrido por las seis áreas de exposición permanente, los visitantes pueden seguir disfrutando del centro. Un ascensor conduce al público a la tercera planta. En esta zona del edificio están la cafetería, aún sin culminar, y una terraza. La extensión total de esta planta es de 1.000 metros cuadrados, de los cuales 150 están cubiertos y albergarán la cafetería, por la que se accede a la terraza del equipamiento, un mirador que ofrece una espectacular panorámica, tanto de la ría de Ribadesella como de la villa.
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