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martes, 23 de noviembre de 2010

Bacterias...

Las bacterias de Altamira se deben a las obras dentro y fuera de la cueva


El Consejo de Investigaciones Científicas no toma decisiones sobre la cavidad, éstas deben asumirlas otros».

El vicepresidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Juan José Damborenea, achaca la presencia de comunidades bacterianas en la cueva «a los trabajos» que se realizaron hace una década aproximadamente «tanto en el exterior» (una urbanización y el nuevo museo, así como a la presencia de una vaquería) «como en el interior» (excavaciones) de la gruta. Por otro lado, puntualiza que el CSIC lo único que quiere es colaborar y que no les corresponde a ellos decidir sobre lo que hay que hacer en Altamira.


Los informes del CSIC, institución que ha coordinado todos los estudios realizados en la cueva entre 2003 y 2010 son el principal argumento para que ésta se mantenga cerrada. Su vicepresidente, Juan José Damborenea, ratifica su contenido y matiza el papel que juega el Consejo: «Nuestra respuesta ha sido siempre la misma, en este tema tenemos poco que opinar. No es cerrazón, no hay ambigüedad en nuestros datos. Ha habido una mala interpretación. El CSIC sólo ha realizado un estudio sobre la situación de la cueva, valorando cómo ha evolucionado en los últimos años, cómo la ha afectado la colonización de diversos elementos bacterianos y hemos informado sobre su estado de conservación».

Descarta Damborenea que sean ellos quienes ponen el candado a Altamira: «Nosotros no hacemos una propuesta, simplemente decimos que lo mejor para la cueva es mantenerla en las mismas condiciones que está. Eso no quiere decir que no queramos que se abra la cueva. Para el CSIC lo importante es continuar con la investigación, con el fin de que algún día puedan hacerse compatibles el deleite de la contemplación de las pinturas y la conservación de las mismas».

Delimita su responsabilidad

El CSIC delimita su responsabilidad y Damborenea afirma que «la decisión sobre qué hacer no nos corresponde a nosotros. Tienen que ser otros quienes tomen las decisiones en función de sus responsabilidades. Hay un ejemplo muy gráfico, el del enfermo que va al médico y le dicen que fumar es malo. Si éste pregunta si es malo fumar un cigarro esporádicamente, ciertamente es menos malo que fumar mucho todos los días. Con la cueva pasa lo mismo. Hay que mantener un equilibrio muy delicado que va más allá de la realidad científica de la cueva».

Para el vicepresidente del Consejo «Altamira es un yacimiento arqueológico único para la humanidad, cuya responsabilidad trasciende de las instituciones de Cantabria, es una joya universal».

Defiende Damborenea que «la estrategia que hemos diseñado está dando buenos resultados, la colonización bacteriana se ha estabilizado. Hay que tener en cuenta que las visitas provocan flujos e intercambios de materias y se ha demostrado que desde que se instaló el segundo cierre han mejorado sensiblemente las condiciones de la cueva». Insiste Damborenea que «tratamos de que las futuras generaciones puedan disfrutar con Altamira y para ello es necesario conservar lo que tenemos, ya que de lo contrario dentro de unos años quizá no haya nada que preservar», lamenta.

Origen del problema

Uno de los debates que mayor interés genera entre los científicos es el origen de la colonia de bacterias que ahora se han estabilizado en Altamira. Sobre el tema, Juan José Damborenea, refleja lo que han interpretado los científicos que han participado en el proyecto: «Entendemos que hay factores en el exterior y en el interior de la propia gruta, tales como una urbanización que se levantó cerca de la cueva, una vaquería que había encima y las obras del nuevo museo y la neocueva. Sobre las excavaciones realizadas tanto en el interior como en la boca de la cueva, creemos que había que haberlas limitado al máximo». Al respecto de este tema, que tanto ha molestado al Gobierno de Cantabria, Damborenea afirma que las excavaciones realizadas por Lasheras y su equipo a pesar de existir indicaciones contrarias del CSIC «no nos ha sentado ni bien ni mal. Pensamos que es desacertado lo que se ha hecho. Al respecto, nosotros siempre hemos dejado claro lo que pensamos».

A lo largo de la entrevista telefónica Damborenea no deja un resquicio a un régimen de visitas muy controlado y lo argumenta: «El problema que hay con las bacterias es que no tienen un crecimiento lineal, al principio avanzan muy lentamente, pero luego se propagan muy rápido y en muy poco tiempo. Ahí es donde reside el problema».

«Es importante recalcar que el CSIC no quiere que no se abra Altamira, lo que quiere es que se preserve», abunda el portavoz del CSIC, al tiempo que ofrece la colaboración de la institución para seguir trabajando: «Y si es necesario preparar un proyecto más ambicioso de investigación implicando a organismos internacionales, adelante con que se haga un trabajo conjunto. Si mañana le encargan los estudios a otra universidad, no tendremos nada que decir».

El CSIC plantea una prórroga de los estudios, ya que es necesario seguir controlando la cueva. «Esto se va a seguir haciendo ya que los equipos se mantienen dentro de la cueva y próximamente se van a tomar nuevos datos, cuando nuestros técnicos coordinen una fecha con los responsables de Altamira».

Y concluye Damborenea sin ver una salida fácil a los problemas: «Para derrotar a las colonias bacterianas se ha constatado que con los fungicidas es peor el remedio que la enfermedad, ya que este tipo de tratamientos son nutrientes para otro tipo de bacterias» Será necesaria a nuevos avances de la ciencia para eliminar las bacterias de Altamira.

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