Castilla y León alberga 25 especies de quirópteros diferentes, protegidos ante el riesgo de extinción debido a enfermedades y venenos fumigados
Para algunos son siniestros, están relacionados con creencias populares oscuras y su presencia no invita a la confianza. Los murciélagos están envueltos en un halo de misterio que ha provocado una animadversión y un infundado rechazo general de la población. Pero los que los conocen no dudan en admirarlos y destacar las bondades de estos pequeños mamíferos alados.
En España existen 29 especies distintas, de las cuales 25 están presentes en Castilla y León y pertenecen a cuatro familias distintas de murciélagos. La provincia que mayor número de ejemplares acoge es Salamanca, donde están presentes todas las especies. Las zonas oeste, con los Arribes del Duero, y sur son las más pobladas, debido a su clima y abundante vegetación.
Pero no es la única. En la comunidad se funden dos regiones bioclimáticas, la mediterránea, al sur, y la atlántica, al norte, lo que propicia que existan multitud de microclimas que permiten el asentamiento de varias formaciones vegetales y la presencia así de una variada fauna, según explica Jorge Falagán, profesor de ecología del Departamento de Biodiversidad y Gestión Ambiental de la Universidad de León. «En la región, la mayor diversidad se encuentra en zonas de transición bioclimática de media montaña, zonas de relieves acusados, cuencas fluviales o áreas forestales».
Sin embargo, la población de murciélagos se ha visto mermada en los últimos años debido a la utilización de insecticidas y herbicidas, así como a la presencia del hombre en su medio natural. Los quirópteros tienen una tasa de renovación muy baja, es decir, se reproducen muy lentamente y, en las últimas décadas, se ha producido un notable aumento de las bajas no naturales.
Como consecuencia, entre 1998 y 2001 se impulsó el programa Life naturaleza 'Actuaciones prioritarias para la Conservación de los Murciélagos en Castilla y León', promovido por la Junta. Todas las especies de la región están protegidas por la ley y está prohibido matarlas o molestarlas.
Como resultado de este programa destaca un trabajo de campo pionero en la comunidad plasmado en el libro 'Los murciélagos en Castilla y León: Atlas de distribución y tamaño de las poblaciones', editado por la Junta y cuyo autor es Jesús Fernández Gutiérrez. Esta obra sienta las bases de la presencia, distribución y abundancia de murciélagos como paso para su conservación. Según afirma el autor, «el futuro de los murciélagos pasa por la protección y conservación de sus refugios invernales y de cría, a lo que hay que añadir la protección del hábitat».
En este sentido destacan las actuaciones realizadas en la Cueva de Ágreda, en Soria, colonia donde viven la mayor parte del año un elevado número de murciélagos, aunque han visto mermar de forma abundante su número. «En 2001 había unos 700 ejemplares y a partir de 2002-2003 se pasó a 200, y en la actualidad estamos en unos 70», explica Juan Tomás Alcalde, responsable científico del control. La aparición de una enfermedad en 2002 que afectó sobre todo a los murciélagos de cueva en toda España provocó su muerte. Por otro lado, los quirópteros son muy sensibles a la presencia del hombre. De manera que desde la Junta y la Diputación de Soria acordaron cerrar la cueva mediante una verja que impidiera el paso a visitantes. Una medida no del todo efectiva porque evita el movimiento libre de los animales y se ha optado por bajar la altura de la verja. También se prevén cámaras con infrarrojos, para controlarlos desde un Centro de Interpretación, que está previsto, según Juan Antonio Ruiz, del Departamento de planes provinciales de la Diputación de Soria.
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