A sólo 13 kilómetros de Kuala Lumpur se encuentra el impresionante santuario hindú de Batu, instalado en lo alto de una montaña rocosa.
Es que la colectividad hindú, no sólo es la tercera en Malasia, sino que su influencia está presente en las costumbres y, especialmente, en la gastronomía del país.
Templo de Batu es uno de los más populares fuera de la India, y es visitado por miles de peregrinos durante el polémico Festival de Thaipusam. Se trata de una ceremonia en la que los fieles se atraviesan con ganchos distintas partes del cuerpo de donde cuelgan las ofrendas.
Una colosal estatua dorada de 42 metros de altura del dios Muruga recibe a los viajeros en la entrada de la escalinata que conduce al santuario.
Hay que subir 272 escalones, donde los monos suelen ser una compañía para los visitantes, hasta llegar a las tres cuevas principales.
La cueva más importante es la llamada Catedral o Templo, que cuenta con un techo de más de 100 metros de alto y paredes de roca en forma irregular.
El ambiente de las cuevas es realmente sobrecogedor, con una atmósfera plagada de estalactitas y estalacmitas en las penumbras, y rodeada de altares, velas, estatuas de dioses y ofrendas.
Entre la gran cantidad de turistas y de curiosos que concurren al lugar, los peregrinos siguen los rituales en los que realizan ofrendas de flores amarillas a los dioses, además de rezar, cantar y meditar en silencio
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