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viernes, 7 de mayo de 2010

historia del clima


De la misma forma que en los árboles el patrón de crecimiento de los anillos revela datos sobre la edad y los acontecimientos que estos seres han experimentado a lo largo de su vida, las formaciones de las cuevas ocultan en su interior numerosos registros sobre el antiguo clima de la Tierra. Como anillos subterráneos de minerales, los espeleotemas (estalactitas, estalagmitas, columnas o banderas) de las cuevas de Pas de Vallgornera, de Cala Varques, del Dimoni o de Cala Falcó (todas ellas grutas litorales de Mallorca) encierran las huellas de los cambios que durante miles de años ha experimentado el nivel del mar Mediterráneo, además de registrarlos cronológicamente. Estas formaciones sumergidas en las aguas o emergidas, intermitentemente, son testigos de excepción de la historia del clima.
Hace meses la revista Science publicó el artículo Nivel del Mar hace 81.000 años en Mallorca, resultado del estudio llevado a cabo por el grupo de Carst, Sedimentología, Geomorfología Litoral y Geomorfología Fluvial de la UIB en colaboración con grupos de investigación de las universidades de Iowa, de Florida del Sur y Roma III. En él se reconstruye la historia del clima correspondiente al último periodo interglacial (hace unos 81.000 años), destacando la estrecha relación existente entre el nivel del mar a escala global y el clima de la Tierra.

Mediante unas sustancias químicas que se localizan en el interior de estas cavidades se puede determinar que, en este periodo, el nivel del Mediteráneo occidental estaba casi dos metros por encima del actual. Este hallazgo prueba que en aquel momento la Tierra estaba libre de hielo, al menos, como lo está actualmente, desafíando la visión que hasta ahora se tenía del último estadio interglacial.

Tradicionalmente se creía que la evolución del clima hacia la última glaciación fue un proceso regular, que el hielo se fue acumulando poco a poco para acabar fundiéndose a mayor velocidad. Sin embargo, según este estudio se produjeron enormes fluctuaciones y la expansión y el retroceso del hielo ocurrieron en periodos muy cortos, lo que explica que tuvieran lugar variaciones considerables del nivel del mar en muy poco tiempo.

"Nos hemos centrado en el nivel del mar durante el Cuaternario y para ello comenzamos a estudiar, ya en la década de los 70, los precipitados de las cavidades litorales –explica Joan Fornós, director del grupo de investigación–. El elemento de estudio son los engrosamientos que presentan las paredes y las estalactitas y estalagmitas de las cuevas litorales kársticas formados por concreción de calcita y/o aragonita. Estos espeleotemas freáticos que se dan en los lagos interiores con aguas salobres son de gran interés cronológico y paleoclimático porque su deposición estuvo afectada con frecuencia por las oscilaciones marinas".


Cuando el nivel del agua sube estas cuevas se innundan formándose pequeños lagos salinos que se encuentran al mismo nivel que el mar abierto y se dan toda una serie de procesos que van formando los espeleotemas. Para que éstos se creen es necesaria una cierta estabilización del nivel del mar –se calcula que la amplitud mínima necesaria oscila entre los 1.000 y los 2.000 mil años–, por lo que muestreando sus bandas de crecimiento se puede llegar a conocer no sólo el nivel freático existente en determinada época sino el rango de variación dentro de la misma.

Mallorca posee numerosas cavidades kársticas litorales en la zona de levante y una cueva excepcional, la de Vallgornera con un recorrido de unos 60 kilómetros de galerías, en su mayor parte sumergidas. Para realizar los estudios por debajo del nivel del mar, comenta Fornós, «hemos contado con el apoyo logístico de la Federación Balear de Espeleología y Espeleobuceo, sin su ayuda este estudio hubiera sido muy complicado».

Las oscilaciones del nivel del mar están relacionadas con las glaciaciones y sus fluctuaciones reflejan el ritmo de los deshielo. Las glaciaciones duran a intervalos de 100.000 años –el último periodo cálido fue hace 120.000 años–. Este estudio reconstruye la historia del clima correspondiente al último periodo interglacial, una época cálida como la actual, y concluye que el nivel del mar del planeta estaba cerca de dos metros por encima del actual, lo que implica que había menos hielo que ahora, con temperaturas probablemente un poco más elevadas que las actuales y que gran parte de la masa helada que se había ido formando desde hace 115.000 años, al inicio de la glaciación, ya se había fundido en esta época.

Esta circunstancia, según Fornós, no encaja, grosso modo, con la teoria de la ciclicidad y hay que ver que factores intervienen en ese ascenso y descenso del nivel del mar estudiando mucho más toda una serie de procesos que pueden provocar tanto el calentamiento como el enfriamiento.

El clima es complejo y en él intervienen factores que actuan simultáneamente y que además están interrelacionados. Una posibilidad es la variación en la circulación de las corrientes oceánicas, la insolación o el efecto de gases como el CO2 o metano, entre otras. La realidad es que, según las conclusiones de esta investigación, estos cambios pueden ser relativamente rápidos con subidas y bajadas del nivel del mar bruscas del orden de 20 metros en 1.000 años.

Para realizar estas mediciones se emplean diferentes metodologías, hasta ahora los arrecifes coralinos que viven cerca de la superficie también han servido como indicadores, aportando datos, pero presentan una problemática ecológica y el grado de error es mayor. "Hay que tener en cuenta, añade Fornós, que la tierra oscila y para conocer con precisión los cambios hay que intentar dejar al margen todos aquellos parámetros geológicos que no tengan que ver con el clima".

Por su situación en el centro del Mediterráneo occidental, alejada del continente, Mallorca es una especie de isla oceánica que no recibe demasiada influencia continental. Unido a que durante el Cuaternario fue una zona geológicamente estable y que posee gran abundancia de roca caliza –la más idónea para que se formen cuevas con procesos y precipitados útiles para registrar la oscilación del mar– la convierten en un laboratorio perfecto para conocer el paleoclima terrestre.

"Lo novedoso es que somos los primeros que hemos trabajado sobre este tipo de precipitados que se dan a nivel de los lagos y que el grado de precisión es tan alto que podemos llegar a saber la oscilación de las mareas (micromareas) porque quedan reflejadas en las bandas de las formaciones".

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