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sábado, 15 de mayo de 2010

Cueva del viento

Visitar la Cueva del Viento, en Icod de los Vinos, es una experiencia única que permite descubrir que las entrañas de la Isla albergan el mayor tubo volcánico laberíntico del mundo


Es posible caminar por el interior de las venas de Tenerife. La lava que creó la mayor Isla de Canarias también dejó en el subsuelo de Icod de los Vinos el mayor tubo volcánico laberíntico que se conoce en el mundo. Más de 17 kilómetros de túneles, pasadizos, simas, terrazas y cascadas de lava petrificada forman la Cueva del Viento, el hermoso rastro que dejó a su paso la sangre incandescente de la Tierra.

El Cabildo de Tenerife y el Ayuntamiento de Icod ofrecen la posibilidad de visitar en grupos de 14 personas una pequeña parte del mayor tubo volcánico de la Unión Europea y uno de los cinco mayores del mundo en extensión lineal. Hasta la fecha, no se ha descubierto ningún complejo subterráneo que iguale los 17.032 metros topografiados de esta enredada maraña de túneles intercomunicados que se divide en tres niveles. Y los expertos coinciden en que aún existen zonas inexploradas.
Aunque pueda parecer poco, descubrir los casi 200 metros visitables de la Cueva del Viento es una experiencia única que permite entender la importancia de este enorme monumento natural.

En la absoluta oscuridad y silencio de este laberinto volcánico habitan más de cien especies de fauna invertebrada, de las que cinco -tres insectos y dos tipos de arañas- sólo existen en este rincón del subsuelo norteño.


La visita a la cueva arranca en el Centro de Visitantes, en el barrio de Cueva del Viento. Continúa con un paseo por una zona de medianías y pinar, hasta llegar a la puerta de la conocida como Cueva del Sobrado, donde pequeños grupos pertrechados con cascos con foco de luz se sumergen en un mundo petrificado.

La irregularidad del suelo volcánico y la oscuridad dificultan la marcha, pero el esfuerzo vale la pena al contemplar las caprichosas formas que dejó a su paso la lava del volcán Pico Viejo hace 27.000 años.

En los 200 metros visitables se puede contemplar terrazas, tubos intercomunicados, simas de varios metros, curiosas formaciones lávicas y muestras de la vida vegetal y animal del subsuelo. Además, los paneles informativos y los guías aclaran algunos de los secretos de esta cueva que empezó a conocerse en profundidad a partir de 1970.

Esta experiencia única y hasta hace muy poco inaccesible para la mayoría, no puede tener un inicio más sencillo: basta con llamar al 922 815 339 y reservar una plaza hacia las entrañas de la Isla.

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