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viernes, 12 de marzo de 2010

EL ABRIGO RIQUELME



En Jumilla.

Una pequeña cueva, de unos 10 metros cuadrados y 1,60 de altura, con muchos recovecos, que alberga más de 50 motivos de arte rupestre esquemático sin paralelo en ningún otro yacimiento rupestre español.

Datado hace unos 4.000 años, el 21 de noviembre dio con él el arqueólogo Antonio Javier Medina.

Fue encontrado mientras se trabajaba en la actualización de la carta arqueológica de la Región para Cultura.


«Este es el típico trabajo que es pequeñito pero que es mucho peor que si fuera grande», comenta el ingeniero José Luis Lerma, del Departamento de Ingeniería Cartográfica, Geodesía y Fotogrametría de la Universidad Politécnica de Valencia, cuando, recuperado el resuello tras la dura subida hasta el abrigo cargados de pesado material, entra en la pequeña covacha de perfil irregular y con muchos recovecos que alberga multitud de pinturas rupestres de estilo esquemático. «Ya hemos encontrado cincuenta», exclama Antonio Javier Medina, arqueólogo que descubrió el Abrigo Riquelme de Jumilla el pasado noviembre y que trabaja en su estudio y documentación codo a codo con el equipo de la Consejería de Cultura, liderado por el director del Centro de Estudios de la Prehistoria y Arte Rupeste Casa de Cristo (Moratalla), Miguel San Nicolás.
Sus atípicos motivos, considerados de estilo esquemático, han despertado el interés de estudiosos de todo el territorio nacional. Una exclusividad que hace único y excepcional este abrigo, todo parece indicar que ligado a la vida de más de cinco poblados del Calcolítico y la Edad de Bronce (hace unos 4.500 años) que se asentaron hace milenios en sus estribaciones, pero que también plantea un problema a la hora de estudiarlo y darle una cronología y una significación al lugar. «Lo que estamos encontrando en este abrigo no tiene paralelo en otros sitios de España o del mundo», constata San Martín por lo que ha podido consultar con colegas.
«No hay nada igual en otro sitio». Por este motivo, en unas semanas y todavía en plena fase de documentación, protección e investigación, se reunirán en el abrigo expertos en arte rupestre levantino y esquemático, llegados desde distintas comunidades españolas, para debatir in situ el significado que pueden tener las pinturas y el uso que se le podría haber dado al abrigo. «Ahora mismo toda teoría es posible», constata Miguel San Nicolás.
Marcas de pinceles, uso de tampones de distintas medidas (quizá elaborados con palos como herramienta) y una autoría atribuída a «una persona que dominaba mucho la técnica y era muy creativa» son las premisas bajo las que están trabajando. De hecho, explica Antonio Javier Medina, «creemos que hay sólo un autor por la homogeneidad técnica» de las pinturas. «Esto es soberbio», exclama Medina, que añade que «es un espacio pequeño -de unos 10 metros cuadrados- pero donde miras, hay pinturas».
Precisamente lo interesante y atractivo del abrigo Riquelme fue lo que movió a José Luis Lerma, uno de los mayores expertos en fotogramétrica de España, a colaborar. «De lo que se trata es de hacer un modelo fotorrealístico de tres dimensiones, con una documentación fotográfica asociada, para que los estudiosos puedan sacar el máximo partido de la documentación sin tener que visitar el abrigo», cuenta. Así, cámara en mano, va realizando, primero, fotografías ortogonales -frontales- de cada uno de los motivos descubiertos en la cueva. Unas imágenes de alta resolución que le servirán después para enriquecer con su textura el modelo tridimensional.
Garantizar su futuro
«El resultado -tras unos 30 días de trabajo en laboratorio- es una réplica virtual exacta del Abrigo Riquelme. La manera más fiel de preservar este patrimonio para el futuro. Porque, imagínate que, por desgracia, esto se desprenda -advierte Miguel San Nicolás que de medio metro para abajo la roca está ya desprendida-; con la documentación que vamos a dejar se, podría reconstruir tal cual está ahora», detalla Lerma.
Terminada la sesión fotográfica, este experto en fotogrametría, geodesia y cartografía, desenfunda el pesado escáner láser y sitúa las estaciones para «hacer un barrido de 360 grados y generar una nube de puntos en tres dimensiones que nos permitirá un modelo tridimensional, en el que proyectaremos las fotografías de alta resolución».
La fotogrametría -ciencia que permite ubicar en el espacio a través de fotografías- tiene un siglo de historia pero la tecnología láser aplicada a esta técnica se ha expandido hace 5 ó 10 años, detalla Lerma, que añade que «justo en este momento se ha comprobado la viabilidad de utilizar estas novedosas técnicas para la documentación patrimonial, que es la idónea para yacimientos complejos como éste». No en vano, José Luis Lerma considera que con la tecnología tradicional sería inviable «puesto que las superficies planas son muy pequeñas y los motivos están dispuestos libremente, siguiendo la mejor trazabilidad de la roca».
Lo último para lo primero
Este modelo, que estará listo a finales de marzo, permitirá «crear maquetas en tres dimensiones y generar aplicaciones multimedia o modelos holográficos para exhibirlos luego en museos, además de que cualquier estudioso pueda, desde su despacho, estudiar con todo lujo de detalles la cueva», constata Lerma. En una palabra, «llevarte el abrigo a casa», explica a la llana San Nicolás.
Pero la aplicación de la tecnología en el estudio de las comunidades primitivas no se queda ahí. Los arqueólogos documentan también estos días la cueva con fotografía corregida y multiespectral, una técnica aplicada a base de programas informáticos basados en algoritmos matemáticos, que permiten hacer visibles las radiaciones infrarrojas y ultravioletas y, así, sacar a la luz algunas de las pinturas que el paso del tiempo ha deteriorado tanto que a simple vista no se ven.
Fruto de todo este esfuerzo, al que se sumará la instalación de una valla protectora ya en proceso de fabricación, se presentará en el II Congreso de Arte Rupestre Esquemático en la Península Ibérica (8 y 9 de mayo) un avance del estudio que se está realizando.

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