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lunes, 24 de febrero de 2020
El mediático rescate de Lastra y Arrabal en el Naranjo de Bulnes cumple medio siglo
Un despliegue sin precedentes y de final agridulce conseguía llegar hasta los dos montañeros que permanecieron 13 días en una repisa de metro cuadrado en medio de vientos huracanados de hasta 150 kilómetros, temperaturas de 20 grados bajo cero
Fueron «trece días de angustia y zozobra» –recogía la prensa de la época– que acabaron con una historia de final agridulce grabada para siempre en la memoria del montañismo español. La que iba a ser la primera escalada invernal por la cara oeste del Naranjo de Bulnes (2.519 metros de altitud) terminó convirtiéndose en una pesadilla para el pintor madrileño José Luis Arrabal, de 21 años, y el geólogo Gervasio Lastra, de 27, madrileño y cántabro de adopción, pues se afincó en Liébana, donde llegó a ejercer como profesor de matemáticas en el instituto y montó un negocio en Argüébanes.
Estos días se cumple medio siglo de una operación sin precedentes, «el mayor despliegue de medios y equipos de socorro jamás conocido en España hasta la fecha», se leía en los periódicos. Lastra consiguió sobrevivir, pero Arrabal falleció una semana después en el Hospital General de Oviedo, donde fue evacuado en helicóptero tras ser rescatados. Hasta llegar a ese trágico desenlace, los dos jóvenes vivieron una auténtica odisea.
Todo comenzó el 8 de febrero de 1970 cuando una expedición de cuatro montañeros –el cántabro Francisco Rodríguez Almirante (Paco Wences) y los madrileños Enrique Herreros, Gervasio Lastra y José Luis Arrabal– salieron desde Fuente Dé con la intención de coronar el Naranjo de Bulnes. Llegaron a Cabaña Verónica donde hicieron noche, y …
Justo un año antes habían fallecido intentando esta misma hazaña los guipuzcoanos Ramón Ortiz y Francisco Berrio.
Los problemas para Lastra y Arrabal comenzaron a acumularse hasta el punto de que se vieron obligados a detener su ascenso a unos metros de la cumbre, quedando a atrapados sin poder subir ni bajar. En una repisa de un metro cuadrado, según explicaron entonces, permanecieron durante trece días a la espera de ser localizados, «en medio de vientos huracanados de hasta 150 kilómetros, temperaturas de 20 grados bajo cero, descargas de nieve y rayos». Al cabo de varios días de aislamiento allá arriba desde un helicóptero y tras una arriesgada maniobra pudieron lanzarles una mochila con alimentos, que les ayudó a aguantar hasta que el día 20 el equipo…
«Desde arriba se les lanzó un cable y el lebaniego Alfonso Alonso Díez (vecino de Cosgaya) subió a hombros a un desfallecido Arrabal». Luego ascendió Lastra, que estaba «en perfectas condiciones». El doctor Estrada, por entonces presidente de la Federación Asturiana de Montañismo, les atendió allí mismo y, cuando despejó, el helicóptero de la Dirección de Tráfico sobrevoló hasta el lugar donde esperaban los montañeros ya a salvo para trasladar a Arrabal hasta el refugio de Vega de Urriello, y después al Hospital de Oviedo.
El lebaniego Alfonso Alonso, Medalla al Mérito Deportivo
El rescate de Lastra y Arrabal fue un acontecimiento histórico en la vida de los Picos de Europa, que se vivió desde Potes con gran expectación porque uno de los rescatadores era de Cosgaya. Alfonso Alonso recibió por su valor la Medalla al Mérito Deportivo por decisión del delegado nacional de Deportes, Juan Antonio Samaranch
Gervasio Lastra descansó un rato e inició a pie el descenso por la cara sur con los compañeros de cordada. «Su llegada a Cabrales no puede describirse, abrazos y lágrimas por los dos hombres que durante trece días habían sido la preocupación de toda España», decía El Diario del domingo 22 de febrero de 1970
Conmoción por la muerte de Arrabal
Arrabal «padecía congelaciones en ambas piernas» y «neumonía masiva bilateral». Su estado general evolucionaba de forma satisfactoria, según rezaba el parte médico del día 22. Sin embargo, el día 24, el doctor Castalio Roca declaraba que «sólo un milagro podría evitar la amputación de algunos dedos de los pies». Cuatro días después, el hospital anunciaba la fatal noticia: «José Luis Arrabal ha fallecido a las diecinueve horas de esta tarde a consecuencia da la fulminante complicación respiratoria surgida en las últimas horas y pese a la enérgica terapéutica instaurada».
La muerta de Arrabal causó una «profunda consternación en los medios montañeros y entre todos los que seguían el curso de su estado», decían los medios. Tal fue la magnitud del suceso que hasta la zona se desplazaron «infinidad de personas para vivir de cerca jornadas de auténtica emoción». A los pies del Naranjo pudieron comprobar su caprichosa ley, que a unos otorga la gloria y a otros entrega a la muerte
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