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lunes, 18 de marzo de 2013

LA SIMA DEL PRADO DE LA DULA


Se cuenta que  en el centro del pueblo existían unos huertos, en los que las tardes de verano el cura del pueblo iba a descansar y se sentaba en una silla a la sombra para pasar la tarde leyendo y echándose alguna que otra siesta.
Un día de mucho calor el cura, sediento,  se fue a casa a echar un trago de agua, dejando en su lugar el libro encima de la silla.

A la vuelta se encontró en el lugar de la silla, un agujero en el suelo que más bien parecía un pozo, la silla y el libro habían desaparecido, el hombre se dio cuenta que también a él se le podía haber tragado al pozo, mientras estuviera descansando.

Con el tiempo el pozo fue creciendo y creciendo, hasta formarse una gran sima de agua, la cual sigue hasta hoy en día, cada vez la sima de agua va ganando terreno y aunque han venido buzos a estudiarla no han podido medir su profundidad, ni se han atrevido a adentrarse debido a la suciedad y profundidad de la misma.

Cabe destacar que según cuentan las personas mayores del pueblo, en tiempos de posguerra la gente por miedo a que les pillaran con armas, bombas y alambradas las arrojaban a la sima por la noche, para poder deshacerse así de ellas, “sabe Dios lo que habrá allí dentro.”   

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