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miércoles, 11 de mayo de 2011

Querétaro y la diversidad de organismos cavernícolas

En la cueva Los Riscos, enclavada en la Sierra Gorda de esa entidad, Juan Morales Malacara, indaga las particularidades de la vida en esos ecosistemas subterráneos
Ecosistemas singulares, las cavernas son laboratorios naturales en donde vive una gran diversidad de especies animales, así como algunas vegetales; en ellas, escasea el aire y los recursos energéticos, y abundan la oscuridad, humedad y temperaturas extremas.

Indagar la variedad de organismos cavernícolas que incluyen a especies macroscópicas como murciélagos, arañas, insectos, ranas, reptiles y ratones, y a otras microscópicas, como bacterias, protozoarios, hongos y ácaros, es la labor de Juan Morales Malacara, profesor e investigador de la Facultad de Ciencias (FC) de la UNAM.

“Hago estudios biológicos en cavernas, bioespeleología o espeleobiología”, resumió el académico, que hace años imparte un taller sobre esa especialidad en la FC, donde es profesor e investigador.

Morales Malacara, que actualmente trabaja en el campus Juriquilla de la UNAM, donde coordina las tareas para poner en marcha la Unidad Multidisciplinaria de Docencia e Investigación (UMIDI) de la FC en Querétaro, describe a las cuevas como sitios vulnerables que no son ajenos a los daños ambientales.

Equilibrio vulnerable

Aunque parezca que están más protegidas, por su ubicación relativamente aislada y un microclima húmedo y relativamente estable que, según la zona puede ser muy caliente (áreas volcánicas) o muy frío (sitios templados), las cuevas son sensibles a las modificaciones que ocurren en la superficie.

“Lo que pasa arriba puede afectar lo que hay abajo: si llueve mucho, si hay sequías, si se tala, si hay contaminación; a la larga, todo penetra por filtración a las cuevas, de ahí que sea un laboratorio evolutivo y de especies que podemos detectar como bioindicadoras de contaminación y perturbación ecológica”, describió.

A diferencia de ambientes externos, donde existe gran diversidad, en esos espacios hay menos organismos, que tienen que adaptarse a los pocos recursos energéticos, “y al hacerlo, cualquier modificación de ese equilibrio se refleja en la fauna de las cavernas”, destacó.

Algunos cambios adaptativos son drásticos, con especies que pierden pigmentación y otras que no desarrollan ojos, pues sobreviven en la oscuridad.

En esos sitios, Morales Malacara y sus colaboradores observan la parte taxonómica, que se dedica a conocer qué especies hay y cuáles son sus características, así como la parte ecológica, que registra cómo el ser humano y diversos fenómenos naturales afectan a las cuevas y sus habitantes.

Exploración en Los Riscos

Desde hace cuatro años, el universitario y su equipo indagan en la cueva Los Riscos, enclavada en la Sierra Gorda de Querétaro. Se desarrolló hace miles o millones de años sobre roca sedimentaria caliza, tiene una longitud de 500 metros, una profundidad de 25 metros bajo la superficie del suelo y es mixta, pues tiene formación horizontal y vertical.

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