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sábado, 14 de mayo de 2011

Lecherines



El Alto Aragón cuenta con hermosas grutas heladas en los macizos calcáreos Las más conocidas del Pirineo están ubicadas en el Monte Perdido, el Aspe y la Tendeñera.

Son los tesoros escondidos del Pirineo. Las joyas de la corona labradas durante siglos. Las denominadas grutas heladas se originan en los macizos calcáreos, donde la roca está hueca como un queso de gruyére. Las más afamadas están en el Monte Perdido, el Aspe y la Tendeñera.

Para que se forme el hielo es importante que la cueva tenga dos entradas. "Corre el aire bastante frío y provoca que se congele la nieve y el agua", dice el espeleólogo Mario Gisbert. En el interior de la cueva la temperatura es más elevada y no se forma el hielo. En el invierno su acceso es muy complicado. "Hay que ir equipado con crampones, piolet, polainas y botas". En el granito apenas existen cuevas. "Más bien son fisuras y grietas, pero no se forman grandes bóvedas", indica.

La más conocida es la Gruta de Casteret, en Ordesa, donde hay 35 cuevas. "Está a 2.665 metros de altitud. Se descubrió en 1.926 y entonces era la más elevada del mundo". También son importantes La Roya, a 2.600 metros de altitud, las Sucas en Revilla y en Gavarnie la gruta Devaux, a 2.800 metros". El macizo del Aspe es uno de los lugares más apasionantes del Pirineo. "La principal es la gruta helada de Lecherines. Está a 2.040 metros y tiene un desarrollo 780 metros de desarrollo". El acceso se hace desde Canfranc, por el sendero G.R.-11, en dirección al collado de la Magdalena. También destaca la cueva del Sombrero.

En el macizo de Arañonera, cercano a Ordesa, existen tres cuevas principales. "Son las de Fenez, Soaso y el Turbón. La de Soaso es la más elevada, a 2.400 metros y la del Turbón tiene un pequeño lago a la entrada".

El himalayista Jordi Tosas busca el más difícil todavía. Ha escalado en el hielo que se forma dentro de las cuevas. Junto a Marc Serradell abrió una nueva vía en el macizo alpino de Les Ecrins. La ruta la bautizaron como Dogma. "Nos gusta explorar cosas nuevas y lugares fuera de lo común. Escalar debajo de una cueva o en el interior de un glaciar es algo excepcional", indica este guía catalán afincado en Benasque.

La experiencia en los Alpes franceses fue apasionante. "Es un cono de avalanchas de 50 metros de profundidad. Se ha apoyado en una de las salas y ha dejado debajo de él un techo de unos 15 metros horizontales de hielo. Escalamos a 70 % de inclinación con los frontales", indica Tosas.

Tosas no conoce este tipo de formaciones en Aragón. Las más conocidas están en Noruega y en Islandia se forman los moulins. "Son cuevas hechas de hielo. Son efímeras puesto que se forman con el glaciar en movimiento". Los alpinistas tienen un pacto de caballeros por el que no se escala en hielo fósil. "Nadie tiene el derecho de golpearle con el piolet. Nos quedaríamos sin hielo en las cuevas. Sólo hemos escalado en hielos en crecimiento", dice.

Hielo fósil

Las formaciones de hielo fósil son espectaculares. "Sus colores son increíbles. El agua corre por la cueva y se mezcla con los minerales del terreno. El hielo tiene colores azules, ocres, violetas, amarillos, rojos". El hielo fósil es muchísimo más duro que el hielo que se forma de año en año. "Se origina por el frío y la presión de las capas de nieve que tiene encima. Es durísimo y tiene muy pocas burbujitas de oxígeno en su interior",

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