¿Una carretera que acumule energía a través del calor? Desde hace unos años, la comunidad científica trabaja para convertir los millones de kilómetros de asfalto que recorren el planeta en algo más que vías de transporte. Mientras llega la carretera ecológica por antonomasia, esa central de energía renovable gigante, ya hay muchas innovaciones que mejoran su sostenibilidad.
El desarrollo de la energía solar ha puesto su mira en las carreteras. Junto a las ya típicas placas solares que ya alimentan muchas de las farolas, radares y señales luminosas instaladas en la red viaria española. Así, en un futuro, los coches podrían circular sobre auténticos parques solares. O, incluso, sobre conjuntos de tuberías: aprovechar el calor es otra de las posibilidades energéticas del asfalto, y una de las formas de lograrlo es que las altas temperaturas del firme de las carreteras calienten un fluido que circularía por tuberías instaladas bajo su superficie. Esta energía podría servir para climatizar hogares o empresas cercanas a la vía y, en los días de invierno, mejorar la seguridad, ya que evitaría la formación de placas de hielo en el camino.
Calor y energía solar son sólo dos ejemplos de lo que podría llegar a ser la futura carretera ecológica. Mientras tanto, el suelo que pisan nuestros neumáticos puede ser más sostenible ahora mismo ¿Cómo? El secreto está en el asfalto. El Centro de Tecnología de Repsol es consciente de ello y se ha convertido en toda una referencia en innovación asfáltica. Entre otros logros, sus técnicos han conseguido reducir la temperatura con la que se mezcla este conocido material viscoso.
Todos hemos visto alguna vez una apisonadora, y a su operario, luchando contra el calor que genera su propio trabajo, y es que la temperatura de mezcla de un asfalto normal supera los 150 grados. Los estudios de Repsol han reducido esa medida a 120 grados, lo que supone no sólo algo de descanso para los trabajadores sino un considerable ahorro de energía en el asfaltado: un 28% menos de gasto energético y unas 4 toneladas de Co2 menos por kilómetro procesado.
Otro de los caballos de batalla es la longevidad del asfalto. De media, una carretera suele aguantar en perfecto estado entre 15 y 20 años. Los nuevos diseños de asfalto buscan ser más resistentes y duplicar su resistencia antes de volver a ser asfaltada. Esta prolongación supondrá un ahorro económico, pero también medioambiental ya que se reduciría a la mitad la cantidad de areniscos que hay que extraer de las canteras para fabricar el asfalto.
La clave de estos nuevos asfaltos está en el betún o en los aditivos empleados y, en esos aditivos, reside otra de las grandes apuestas de los investigadores: se ha comprobado emplear polvo de neumáticos usados es efectivo. Es común ver verdaderos cementerios de ruedas usadas, uno de los desechos más difíciles de procesar. Con esta solución no sólo se pueden eliminar más de 10.000 toneladas de neumáticos al año, sino circular por carreteras más silenciosas ya que este material amortigua el ruido. Además, se ha comprobado que retrasa el deterioro del firme y se mejora la adherencia del coche.
Por el momento, se han incorporado más de 500 kilómetros de carreteras asfaltadas a partir del polvo de neumáticos usados en toda España. A ello, hay que sumar más de 1.200 kilómetros procedentes de la reutilización de antiguas carreteras.
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