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lunes, 12 de abril de 2010

De basurero a yacimiento arqueológico






Ha sido estercolero, cementerio de animales, campamento gitano y refugio de 'sin techo'



El equipo de Primeros Pobladores busca en la cavidad pistas sobre el hombre prehistórico, que cuidó el sitio mejor que el homo sapiens .Los arqueólogos exploran la riqueza de la cueva del Conejar, durante décadas un lugar inmundo


Si el hombre del Paleolítico Superior levantara la cabeza y supiera la mala vida que llevó la cueva del Conejar una vez que él la dejó, agarraría una buena hoja de sílex y se la lanzaría al primer homo sapiens que se le cruzara.
Ese ajuste de cuentas con la Historia es el que intentan hacer ahora los arqueólogos. Desde ayer, el EPPEX (Equipo Primeros Pobladores de Extremadura) está en la cavidad, un hueco en plena tierra junto a los pisos que están construyendo en el residencial Vistahermosa (frente a los juzgados de la ronda de san Francisco). Un agujero de 25 metros de ancho por 30 de largo a los pies de la ladera de La Montaña, en el que los expertos esperan encontrar pistas que les ayuden a desentrañar los modos de vida de los 'cacereños' de entre los años 33.000 antes de Cristo y 9.000 antes de Cristo.
Saben que el sitio esconde restos de la época de transición del Paleolítico Superior al Neolítico, igual que conocen de primera mano que hasta no hace mucho, ese lugar albergaba, nada ocultos, bien visibles, otros restos más prosaicos. Basura, en concreto. Y basura nada fina. Durante años, la cueva del Conejar fue un estercolero en toda regla, el sitio al que acudía el que tenía algo voluminoso de lo que deshacerse. Y después, la cueva ejerció como cementerio de animales, sobre todo de ovejas o vacas.
Cuando los arqueólogos del EPPEX llegaron a la cavidad en el año 2000, lo primero que hicieron fue limpiarla. No había posibilidad de ponerse a excavar sin antes retirar todo lo que sobraba, que era mucho. Empezaron entonces a sacar desperdicios de allí. Los trabajos arrancaron a principios de junio de aquel año, y terminaron en la tercera semana de septiembre, a una media de ocho toneladas diarias de inmundicias. Entre la bazofia, abundancia de huesos, muchos de ellos de perros.
«Aquella primera campaña prácticamente no hicimos otra cosa que limpiar», recuerda ahora el paleontólogo Antoni Canals, de la Universidad Rovira i Virgili. Encontraron algún que otro resto para empezar a indagar, y eso sí, pudieron comprobar que el sitio merecía la pena desde el punto de vista arqueológico. De hecho, volvieron al año siguiente. Pero después, trasladaron sus trabajos a Maltravieso, donde volvían cada Semana Santa hasta que la Junta de Extremadura decidió hace tres años cerrar la cueva porque así lo aconseja su grave estado de deterioro, un criterio que desde el principio desmintió el equipo director de 'Primeros Pobladores', que incluye a Canals, Isabel Sauceda y Eudald Carbonell, premio príncipe de Asturias por su trabajo en Atapuerca.
Que El Conejar es un yacimiento con algunos secretos por desvelar ya lo sabían de antes. En 1916, el riojano Ciriaco Ismael del Pan Fernández (1889-1968) descubrió la cavidad. «Los resultados de aquel hallazgo se publicaron por la Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas», recordaba hace 11 años, en las páginas de HOY, el experto en historia local Alonso J. Corrales Gaitán.
Una historia entrecortada
A principios de los ochenta, investigadores de la Universidad de Extremadura realizaron sondeos en distintos lugares del entorno, y hallaron sílex, pulimentados, cerámica y objetos metálicos que ratificaban las posibilidades del lugar como yacimiento arqueológico. Sin embargo, su llamada de atención no rescató a esa porción del Calerizo cacereño de sucumbir a la basura. El Conejar volvió a ejercer como escombrera, igual que en otro tiempo fue punto de encuentro para muchos de los gitanos que habitaban la ciudad y eligieron el sitio para instalar allí su campamento.
La cueva se mantuvo como cementerio de animales hasta finales de los noventa, y ni siquiera la primera intervención del EPPEX en el año 2000 acabó por dignificar su uso de forma definitiva. También después volvió a recibir desperdicios de variada clase, y fueron necesarias nuevas campañas de limpieza. En ellas participaron voluntarios, gente sensibilizada con el medio ambiente y la historia local, y miembros de ARBA (Asociación para la Recuperación de los Bosques Autóctonos). La última se hizo en abril del año 2009, y en la actualidad, hay un perímetro de 25 metros en torno a la cueva que está vallado, una medida de seguridad que ya pidió el grupo municipal de Izquierda Unida en el año 2006.
De hecho, si hoy pasa por allí alguien que hace varios años que no pisa el lugar, se sorprenderá. Le llamará la atención lo avanzado de las obras del residencial Vistahermosa, pero también el cerramiento, con puerta incluida, y lo cuidada que está El Conejar ahora.
Ayer al mediodía, una docena de jóvenes (de Extremadura, Andalucía, Madrid y País Vasco) se movían por la cueva como si fuera de cristal. Uno, sentado en el suelo, indaga en la pared que tiene de frente. A dos pasos, otro ilumina con una linterna una porción minúscula del muro, que debe esconder algo interesante. «A pesar de todo lo que ha sufrido a lo largo de la Historia, El Conejar todavía guarda sedimentos que nos proporcionan información», reflexiona Antoni Canals. A ras de cueva, él lo tiene claro: «Podremos recuperar un cero coma algo de lo que podríamos haber conseguido si la cavidad hubiera llevado una vida diferente».

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