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miércoles, 10 de marzo de 2010

Cueva de la Vieja

Esta milenaria joya del arte rupestre levantino recoge centenar y medio de figuras que reflejan la vida de nuestros ancestros .

Alpera conmemora este año el centenario de su descubrimiento

EL PASO DEL TIEMPO
1910 1910 Descubrimiento de la cueva en la finca El Bosque, dado a conocer por Pascual Serrano.
1912 1912 La publicación del descubrimiento en la revista L'Anthropologie le da proyección internacional.
19241924Declarada monumento nacional.
1957 1957 La propietaria de la finca, Aurora García, cede la cueva y su entorno al Ayuntamiento de Alpera.
1998 1998 La Unesco declara al arte rupestre mediterráneo patrimonio de la humanidad.


Una obra de arte, un santuario, un misterio. Un monumento milenario reconocido por científicos, gobiernos y las más altas instituciones culturales del mundo. Todo eso, y más, es la Cueva de la Vieja, el más completo panel de pintura rupestre levantina, que se descubrió hace cien años. Alpera, donde se encuentra, no va a dejar pasar la ocasión, y aprovechará la celebración del centenario para difundir el conocimiento de esta joya cultural.
Las pinturas llevan ahí miles de años (se pintaron, calculan los expertos, en muy distintas etapas, a partir del VI milenio antes de Cristo). Pero hasta que no se difundió el interés por las pinturas rupestres no se produjo su descubrimiento, que empezó cuando un maestro interesado en la arqueología, Pascual Serrano, recibió el aviso de su hermano Daniel, que las había encontrado casualmente.
El abate
Serrano revisó la cueva el 15 de diciembre de 1910; quedó deslumbrado por aquel panel, y un mes después le comentaba el hallazgo al marqués de Cerralbo, director de la Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas. Éste le sugirió la colaboración de quien, por entonces, se tenía por el mayor experto en arte rupestre, Henri Breuil, del Instituto de Paleontología Humana de París.
Al abate Breuil se unió, en la primera visita a la Cueva de la Vieja, un joven ayudante, Juan Cabré, que hizo los primeros calcos de los dibujos; durante seis días, ya en marzo de 1911, se hicieron los estudios, dibujos y fotografías de lo que Breuil ya calificó como el descubrimiento más notable de Europa en este tipo de arte. Mientras se hacían estos trabajos se descubrió otro abrigo próximo, la Cueva del Queso.
No tardó en difundirse la importancia de este descubrimiento; en la provincia, el propio Pascual Serrano dio cuenta del hallazgo en una carta al periódico El Defensor de Albacete, que se publicó el 29 de mayo de 1911. Pero lo que le dio proyección internacional y destacó lo extraordinario de este abrigo fue la publicación, en 1912, de un extenso artículo, de Breuil, Serrano y Cabré, en la revista francesa L'Anthropologie. Poco después, en 1914, el descubrimiento del abrigo de Minateda vino a consolidar la idea de la importancia que el territorio albaceteño tenía para el patrimonio del arte rupestre.
En abril de 1924 se declaró monumento nacional la Cueva de la Vieja, y se instalaron las primeras rejas para su protección; desde 1988, como parte del arte rupestre levantino, forma parte del patrimonio de la humanidad protegido por la Unesco.
A pesar de su fama, no han sido demasiados los estudios rigurosos realizados sobre esta cueva; de hecho, tras las primeras publicaciones hay que esperar décadas hasta que, ya en los años noventa, se dieron a conocer los trabajos de Anna Alonso y Alexandre Grimal, que además de dar un enfoque más actual, aportaron nuevos dibujos, notablemente más fieles a las pinturas conservadas que los calcos de Cabré, ya que éstos (siguiendo los usos de su época) 'reconstruían' las partes que faltaban en algunas figuras, rellenando esos huecos con más imaginación que rigor.
Pero ni los antiguos ni los modernos aportan una explicación definitiva de las razones que llevaron, hace miles de años, a aquellos artistas a dibujar, con admirable habilidad, esos arqueros, animales, mujeres; esas escenas de caza o signos esquemáticos; es ahí donde, miles de años después, nos vemos obligados a dejar hueco al misterio, a la interpretación. Porque la Cueva de la Vieja ofrece todo un friso, de más de centenar y medio de figuras, con una superposición de escenas en las que hay personas (sobre todo arqueros) y animales aislados (ciervos, toros y cabras en su mayoría), grupos en acción, figuras de gran realismo o modificadas; trazos de interpretación dudosa (junto al arte levantino hay también pinturas esquemáticas posteriores).
Todo un mundo para analizar y para pensar en los motivos que llevaron a estos artistas a volver, una y otra vez, a pintar en este rincón del monte de Alpera.
La Cueva de la Vieja -o del Venado, como también se la conoce- se encuentra en un lugar bastante especial; es un abrigo de unos nueve metros de anchura y poco más de tres de profundidad, protegido por una cornisa y orientado al sureste. A sus pies hay un nacimiento de agua, y la vista desde este lugar es un impresionante panorama abierto que cierra la mole del castellar de Meca y el Mugrón.
Si además se cuenta con guías excepcionales, como Rafael Soler y Rafael Jara, apasionados del lugar y buenos conocedores de esta joya milenaria, la experiencia se completa.
Rafael Soler, de la Asociación de Amigos de la Cueva de la Vieja, está en el comité que organiza la celebración de los actos del centenario del descubrimiento.
Explica que se sumarán actividades que pretenden dar a conocer «una joya de la arqueología y la paleontología española, el mejor friso del arte levantino, del que nos sentimos muy orgullosos, pero que quizá no hemos utilizado en facetas como la de recurso turístico; queremos lanzar su conocimiento y apoyar las ideas que aporten todas las asociaciones de Alpera que se han sumado».
Preparativos
Son días de mucha actividad previa; carteles, slogan, una página web que facilitará información sobre la Cueva de la Vieja, sus personajes y su historia.
Rafael Soler explica que los primeros materiales se presentarán en un acto, a finales de este mes, en el que se espera contar con la delegada de Cultura, Amaya Villanueva, y el director general de Turismo y Artesanía, Fernando de Pablo, conocedores ambos (son 'vecinos' de Almansa) del valor de este monumento. Luego, en mayo, se prepara la presentación, por la consejera, de un libro conmemorativo, realizado por los investigadores Anna Alonso y Alexandre Grimal. Y para final de año, se piensa en un acto de carácter científico, en el Palacio de Congresos de Albacete, en el que se espera contar con la presencia del presidente regional.
Soler añade que, además, con carácter local, las asociaciones que participan en la iniciativa irán desarrollando ideas, como la preparación de un mural en el instituto que lleva el nombre del descubridor de la cueva, Pascual Serrano.
Este es, pues, el gran año de celebración para Alpera y su milenaria obra de arte. Pero esta conmemoración puede servir también para recordar que la provincia tiene más de medio centenar de lugares con valiosas pinturas rupestres. Las de Minateda, en plena restauración, se descubrieron también a principios del siglo XX; y las más numerosas y en muchos casos mejor conservadas son las del sur de la provincia, sobre todo en el municipio de Nerpio.

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