Si la libertad significa algo, es el derecho de decirles a los demás lo que no quieren oír (Orson Welles).
Curiosamente, las personas que se dicen a favor de la censura se consideran, habitualmente, a salvo de estos peligros.
Ninguno de ellos cree que la sola lectura de un documento pueda transformarlos en un racista violento, en un violador compulsivo, en un terrorista criminal o en un devoto seguidor de una secta satánica.
Sin embargo, sí creen que haya otras personas que necesiten de esta protección especial. Su petición en favor de la censura es manifiestamente altruista, ya que va dirigida a proteger a los demás y no a ellos mismos. (...) Conceptos como legalidad o moralidad se tornan extremadamente escurridizos.
Lo que afirme un norteamericano protestante puede resultarle incómodo a un iraní chiíta, el cuál, a su vez, sostendrá tesis que molestarán a un israelí judío, que tendrá opiniones que no gustarán al norteamericano protestante. ¿A quién hemos de censurar?¿Cuál de ellos no tiene derecho a expresar su imagen del mundo? Claro que, según algunos de los que piden la censura, solo hay una visión de la realidad válida, solo una opinión posible, solo una ética, solo un dios, solo una opción política... También surgen problemas cuando tenemos en cuenta que términos tan incómodos para un censor como libertad de pensamiento o libertad de expresión tienen tan buena acogida hoy en día, al menos en su faceta teórica.
Los mismos que intentan silenciar a los demás quieren poder expresarse libremente ellos mismos. ¿Admitiría uno de estos guardianes de la moral la censura por parte de otra persona? La única solución viene, en mi opinión, de manos de la tolerancia. Si hay algo que mi religión, ética u opción política me prohiben ver o conocer, solo tengo que apartar mi mirada.
Pero no puedo prohibir a los demás lo que los demás no tienen derecho a prohibirme: el libre ejercicio de las libertades de expresión y pensamiento. El unico limite que se le puede poner a la libertad de cada uno es la libertad de los demás. Si lo que yo pueda decir solo puede perjudicar a quien me escuche, este siempre tiene la opción de no escucharme. Solo si lo que yo expongo puede perjudicar directamente a los derechos de un tercero existe una razón para guardar silencio.
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