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viernes, 14 de agosto de 2009

el gran reto del Siglo XXI


Aunque la humanidad no puede regresar nostálgicamente al mundo del 1800, puede hacer algo para paliar consecuencias de los errores que comete en su relación con la naturaleza.
Obviamente que hoy ya no existe ningún medio de comunicación que no alerte del peligro, pero si bien se puede leer y escuchar la palabra autorizada de científicos del todo el mundo, no hay nada como vivir y ver los fenómenos por uno mismo y eso es lo que está pasando.
Todo el mundo experimenta de una u otra manera las múltiples y sobrecogedoras consecuencias que son producto de las emisiones indiscriminadas de gases a la atmósfera, la destrucción de masas forestales y de la contaminación de las aguas continentales y los océanos (Gore, 2007). ¿Cómo apelar a la responsabilidad de los funcionarios? ¿Cómo hacer tomar conciencia a los terratenientes que la ambición desmedida acabará con el agotamiento generador de vida de la Gaia? ¿Cómo hacer entender —nadie duda de que lo saben— que no se puede continuar con la degradación de los sistemas naturales? ¿Cómo hacerles entender que la “sojización” es dinero para hoy y mañana tal vez, pero que pasado mañana ya no lo será? ¿Cómo hacerles comprender que no se debe continuar con los vertidos industriales en los cursos de agua?

FUTURO.

Sin agua la vida no es posible. Este es el gran reto del siglo XXI. Es necesario avanzar —dice Sapiña, 2006— hacia la tan gastada expresión de un mundo sostenible. Los que se jugaron por esto derramaron su sangre, Chico Mendes y la Hermana Stang en Brasil son un ejemplo. ¿Podrán sobrevivir los sistemas sociales sin sufrir una crisis de proporciones aún desconocida? Sólo se hacen proyecciones y se duda de la capacidad de los gobiernos para contener ese futuro que está a las puertas. Sin una actitud responsable y solidaria, ¿podrá la Humanidad seguir siendo humana? (Boff, 1998).
Si la solidaridad perdida se recupera, se genera el respeto y, generado el respeto, revive la sensibilidad necesaria para unificar todo y con todos. Los hechos que son noticia en el mundo entero parecen indicar que el hombre está lejos de la tan ansiada armonía. La política de Estados Unidos —dice Chomsky, 2009— posee demasiados frentes abiertos. Las últimas administraciones han estado ligadas a grupos de presión y al complejo tecnológico-militar, llevando al mundo al caos que todos ven y sufren. No se puede manipular deshonestamente la credibilidad de la sociedad como tampoco el ansia de sorpresa innata del ser humano (Dawkins, 2002).
Desde la astronomía y la genética hasta el lenguaje y la realidad virtual se demuestra que la ciencia, amén de sus estrictos protocolos, también es belleza. Los descubrimientos de los mecanismos que rigen los fenómenos naturales no sólo no destruyen su poesía sino que la ensalzan, revelando aspectos sorprendentes que facilitarían una comprensión profunda que unos entienden y la mayoría no escucha. Si la actitud se revirtiera, la humanidad avanzaría por un camino distinto que aseguraría vivir en la casa común asegurando un futuro que garantice su supervivencia. Si esto no sucede los protagonistas del derecho ambiental que aún no han nacido puede que no tengan la probabilidad de hacerlo jamás, pues el hombre, que ha sido la última especie en sumarse a la danza de la vida, puede convertirse en una especie destinada a desaparecer.
Por Adolfo H. Beltzer

1 comentario:

Anónimo dijo...

ya sabe quienes son todas estas personas a las que hace mención