En los tres últimos años, el climatólogo cubano Vladimir Otero ha realizado los estudios microclimáticos de la de Mendukilo.
CUATRO estaciones meteorológicas registran la infinidad de datos climáticos que permiten comprobar las alteraciones que sufre la cueva de Mendukilo, situada en Larraun.
Desde hace tres años, se encarga de ello un equipo formado por tres personas: Jabier Les, Rakel Malanda y Vladimir Otero, miembros de la Sociedad de Ciencias Espeleológicas Alfonso Antxia, con sede en Bilbao.
CLAVES
Las cuevas son extremadamente sensibles: "Todo lo que ocurre en la superficie tiene una repercusión en el interior de la cueva", asegura Vladimir Otero, un climatólogo cubano que colaboró durante ocho años con el grupo GET de Bilbao, que luego pasó a denominarse la Sociedad de Ciencias Alfonso Antxia.
Además de la temperatura, la humedad, la presión atmosférica y el CO2, Otero explica que la morfología de la cueva también es un factor determinante. "La entrada de Mendukilo es amplia, pero la galería de acceso que da paso a los salones interiores es estrecha, lo que limita la circulación del aire". Actualmente, las estaciones meteorógicas se han instalado en las siguientes zonas: la entrada exterior, la galería de acceso, la sala Laminosin y la sala Herensugea. Está previsto instalar otra en la sala del Guerrero. Las visitas a Mendukilo se realizan desde 2005 de manera restringida, con un máximo de 50 personas por grupo. "Hasta dentro de cinco o seis años no creo que podamos predecir el número de personas que pueden entrar en la cueva sin que ésta sufra alteraciones", explica. Hasta ahora, el máximo número de personas que han pasado por Mendukilo en un solo día es de 350, cifra que se puede registrar en agosto. "Pero no ha repercutido negativamente. Incluso las concentraciones de CO2 no han sido tan elevadas como cabía esperar"
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