Hallan una sala inédita con grabados de los siglos XVI y XVII en la Cueva Santa de Altura
La estancia, cegada hace 300 años, alberga simbología de los frailes que la habitaron
El movimiento de descompresión de las montañas dio lugar hace miles de años a la formación de la cueva del Latonero, actualmente conocida con el nombre de santuario de la Cueva Santa, en Altura. La misma ha sido utilizada por el hombre desde la era prehistórica, pero ha sido ahora cuando se ha descubierto una sala inédita repleta de grafías y grabados incisos correspondientes a los siglos XVI y XVII, según desvela un estudio desarrollado por el grupo de espeleología La Senyera de Valencia.El informe espeleológico fue presentado ayer públicamente en la iglesia de Altura por miembros de la agrupación y el Patronato de la Cueva Santa, al que los espeleólogos entregaron el trabajo para que el mismo sea publicado y editado en un DVD.El descubrimiento de esta estancia, localizada el día 9 de septiembre de 2007 por el veterano investigador José Vicente Subies, es el hallazgo más importante y relevante entre los trabajos realizados por la agrupación durante los meses transcurridos desde septiembre de 2007 hasta noviembre de 2008.La sala ha sido bautizada con el nombre de Los Vicarios, debido a que fue utilizada en su día como una especie de recinto o sacristía rupestre, utilizada exclusivamente por el clero y en la que, al parecer, nunca se permitió la entrada de los peregrinos que visitaban el santuario mariano.Los principales usuarios de la sacristía rupestre fueron los antiguos priores de la Cartuja de Vall de Cristo y los sacerdotes, monjes y vicarios perpetuos del sagrado recinto subterráneo, muchos de los cuales dejaron su nombre y firma estampados en las paredes de roca. Además, las paredes de la cavidad también están llenas de cientos de grafías de simbología cristiana, sobre todo cruces y calvarios. Las mismas, una vez estudiadas en profundidad, permitieron comprobar a los expertos "la importancia de los signos y registrar los nombres de los personajes más ilustres que han pasado por el santuario en la etapa primitiva del mismo, entre los años 1500 y 1640", explicó el director de la investigación, Antonio Fornes.La sala en cuestión es un pequeño recinto alargado de seis metros de longitud por dos de anchura y cuatro y medio de alto, escondido en una garganta o ramal de la cavidad central entre dos grandes bloques de piedra. Éstos se descubrieron casualmente cuando se toparon con ella "las personas que iban en el equipo de punta que estaba haciendo la topografía en profundidad de la cavidad central", señaló el presidente del grupo de espeleología La Senyera, Juan José Romero.La estancia se ubica en el área más exterior y septentrional del conjunto subterráneo. Las paredes y el suelo están formadas por grandes bloques de varios metros de diámetro con oquedades y simas entre ellos, que pese a su accidentalidad e irregularidad abrigan y conforman un espacio de, aproximadamente, 15 metros cuadrados.Tres siglos de olvido El espacio fue cegado durante las obras realizadas en el recito mariano en el año 1640. A partir de esta fecha cayó en el olvido durante 330 años hasta que, en 1969, se hicieron unas excavaciones en el interior de la cavidad que abrieron un acceso a la parte más profunda del complejo subterráneo.La Cueva del Latonero está formada dentro de un pozo con abundantes fracturas, cavidades y simas con una profundidad máxima de 105 metros, si bien la general está entre los 50 y los 60 metros. La cavidad sólo tiene un único punto de acceso natural, aunque el mismo fue cegado hace décadas después de abrir la actual puerta de acceso al Santuario de la Virgen de la Cueva Santa, declarada y aceptada patrona de todos los espeleólogos españoles. Fue utilizada, antiguamente, por los pastores como refugio. En el fondo de la sima se edificó una capilla de gruesos muros de sillería y mampostería. En el interior se conserva un retablo, formado por pedestales y columnas salomónicas de jaspe. Entre ellas se encuentran las imágenes de San Joaquín y Santa Ana en mármol. En el segundo cuerpo del retablo se sitúa una tabla de mármol tallada en relieve, representando a San Joaquín y Santa Ana, que llevan de la mano a la Virgen María. En el exterior hay una hospedería actualmente cerrada.
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